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La travesía atlántica de una botella con conciencia ambiental

Antonio Fuentes, de la Universidad Vigo, lanzó un mensaje desde el “Sarmiento de Gamboa” durante la campaña Antom que arribó a Florida

La botella con el mensaje, antes de ser arrojada al océano. GEN BGC GROUP

Nueve meses después de ser lanzada desde el Sarmiento de Gamboa por un oceanógrafo de la Universidad de Vigo, una botella arribaba a las playas de Florida con un mensaje esperanzador sobre la conservación de nuestros mares. Una familia de la ciudad de Cocoa Beach la encontró hace un año, pero no contactaron con los investigadores de la campaña Antom que firmaban aquella misiva junto al capitán y la tripulación del buque hasta hace unos días, arrojando al fin luz sobre su destino.

Los propios científicos del grupo Global Change And Genomic Biogeochemistry-CSIC, que lidera el proyecto Antom, han dado a conocer la historia a través de un hilo de Twitter, en el que también reproducen imágenes de la carta y el momento en el que Antonio Fuentes lanza la botella por la borda justo después de cruzar el Ecuador, el 29 de diciembre de 2020, en plena travesía desde Vigo hasta Punta Arenas (Chile).

La investigadora Gemma Casas relataba ayer en una información publicada por el diario digital El Nacional cómo Fuentes tuvo la idea de lanzar la botella para explicar el trabajo que estaban realizando en el Atlántico. Y reconocía la gran sorpresa que supuso para todos recibir el correo de Aleksander, el niño de 10 años de Kentucky que tradujo al inglés la carta y les escribió por correo electrónico en nombre de la familia de Florida.

Curiosamente, Antonio Fuentes, que es técnico del Centro de Investigación Mariña (CIM) de la UVigo se encuentra estos días de nuevo embarcado en el Sarmiento de Gamboa, esta vez, como integrante de la campaña Siles que partió hace menos de una semana desde Lisboa.

Travesía atlántica de una botella con conciencia ambiental

El proyecto Antom, en el que participan varios grupos del CSIC y las universidades de Vigo y Viena, analiza los contaminantes orgánicos emergentes en los océanos, así como sus efectos sobre el fitoplancton. La primera campaña cruzó el Atlántico y la segunda, que tuvo lugar a principios de este año, se desarrolló durante tres semanas en aguas antárticas a bordo del Hespérides.

La participación viguesa en esta iniciativa financiada por el Ministerio de Ciencia está liderada por la investigadora Cristina Sobrino. Y Antonio Fuentes participó, junto con el doctorando Paulo Alcaraz, en las dos expediciones oceanográficas.

La carta enviada en la botella.

La carta enviada en la botella.

En el hilo de Twitter, los científicos relatan cómo la botella fue sellada y lanzada al océano “a merced de las aguas de Neptuno” para “dar un mensaje de esperanza al mundo”. La misiva, que iba acompañada con una foto de todos los integrantes de la misión, arranca con un “¡¡Hola persona de bien!!”. Y los remitentes, tras detallar su posición y revelar que son miembros de una expedición oceanográfica de “científicos y científicas españolas a bordo del B/O Sarmiento de Gamboa", explican el objetivo del proyecto Antom y animan al destinatario de la carta a buscar más información en su web.

La misiva de los investigadores.

La misiva de los investigadores.

“Aunque la cosa está complicada”, añaden, confían en que su labor científica contribuya a dar a conocer la situación actual de los océanos y ayude a su conservación. Y tras despedirse con “Un abrazo muy grande” para su “amigo o amiga desconocida”, facilitan varios contactos, entre ellos, el de Antonio Fuentes, para que los destinatarios puedan informarles de la llegada de la botella e incluso remitirles alguna foto.

La respuesta enviada desde EE UU.

La respuesta enviada desde EE UU.

Después de casi dos años de despedirse de la botella, los investigadores admiten en Twitter que ya empezaban “a perder la fe”. Pero el correo de Aleksander, añaden, es un ejemplo de que “la curiosidad científica” siempre conduce “a lugares hermosos y conexiones increíbles a través de los océanos”.

El joven Aleksander, por su parte, les cuenta que “fue muy emocionante” abrir la botella y les da las gracias por una “sorpresa” que ha dado a conocer la labor de los investigadores españoles al otro lado del Atlántico y quizá también incluso despertado alguna vocación.

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