Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Nace en Vigo la primera productora gallega formada solo por mujeres

Cru aspira a trabajar con identidades oprimidas: “Procuramos crear un novo espazo no audiovisual galego”

Eire Cid y Bea Saiáns, cineastas de la productora feminista Cru. | // JOSE LORES

Las cineastas Bea Saiáns y Eire Cid llevan más de media vida caminando juntas. No solo las une un pasado común desde su infancia en el Val Miñor, también una pasión por el cine que acaba de eclosionar en forma de productora audiovisual. El proyecto se llama Cru, está afincado en Vigo y aspira a romper la estructura hegemónica de la industria del cine en Galicia –también en el Estado español–: “Procuramos crear un novo espazo no audiovisual galego. Temos a certeza de que se non, non habería oco para nós”, argumenta Eire Cid. “Queremos crear novas audiencias e contar a realidade dende outros puntos de vista, dun xeito diferente”, añade Bea Saiáns. Una de sus pretensiones es clara y, a la vez, su razón de ser: cambiar el imaginario social haciendo cine.

Pero cambiar los cimientos de una industria no es sencillo. Por eso, ellas han creado Cru con unos principios diametralmente diferentes a los que imperan en el sector: solo trabajarán con personas enmarcadas en lo que se aviene a referir como identidades oprimidas. Es decir: mujeres, personas transexuales, personas racializadas, colectivos LGTBI... “Nesta lista de prioridades laborais, os homes brancos cisxénero están no último posto”, expone Saiáns. Justo al contrario de lo que acontece en la industria.

Momento del rodaje de Régimen Lara M. Pascual

Los datos hablan por sí solos. En el año 2020, según los estudios de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (Cima) –de la que forman parte–, solo el 33% de las profesionales contabilizadas en el subsector de los largometrajes fueron mujeres. Pero es que si se ahonda en los datos, la brecha todavía resulta mayor. Si bien ellas son mayoría en categorías técnico-estéticas como el maquillaje o el diseño de vestuario, al analizar otras como la dirección de fotografía, composición musical, dirección o sonido, las mujeres apenas alcanzan el 20% de los puestos de trabajo. “Está claro que as políticas públicas de igualdade non están a funcionar correctamente”, critica Saiáns, que ha vivido en primera persona cómo hombres que trabajaban con ella en un puesto inferior, daban por hecho que su criterio era más adecuado que el de su superior “cunha atitude absolutamente paternalista”.

No obstante, hacer cine consciente y feminista no significa hacerlo para una minoría selecta y formada: “Non queremos facer cousas complexas. Queremos chegar á xente e facer cine consumible para o espectador. Cremos que é un erro negarse a entrar no circuíto comercial”, propone Saiáns. Su compañera Eire reflexiona, además, que las condiciones de los rodajes son indisociables de la verdad escénica que luego se proyecta en la pantalla. Saiáns lo ejemplifica con la famosa escena de la violación que grabó Bernardo Bertolucci en El último tango en París. Para el rodaje, él y Marlon Brando le ocultaron deliberadamente a la actriz Maria Scheneider los detalles de aquella escena: “No quería que fingiese la humillación, quería que la sintiese”, llegó a admitir el director italiano años después.

Cid y Saiáns decidieron salir a la luz el pasado ocho de marzo, Día de la Mujer, pero ya llevaban muchos meses trabajando de puertas para adentro. De hecho, ya están inmersas en varios rodajes. Uno de los más notables es un proyecto de investigación en colaboración con las universidades de Sao Paulo (Brasil) y Surrey (Inglaterra) y que trata “a (in)mobilidade das mulleres en contextos de crise”. Otro es Régimen, una serie documental de un fuerte caracter social, pero de la que todavía no pueden adelantar contenido. Este proyecto ha ganado la residencia artística La Bonne e Cataluña y se encuentra en plena creación.

Compartir el artículo

stats