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Os outros larpeiros

Fernando Franco

Os outros larpeiros

Aunque con retraso, aquí os traemos a lo que podríamos llamar, con su permiso, el club de larpeiros del Servizo de Política Social de la Xunta, a los que veis tras zamparse un megacocido en el Hotel Ciudad de Vigo. Hombre, claro, llevaban tanto tiempo sin celebraciones, que ya estaban impacientes por dar rienda suelta a sus más honestos apetitos, así que comieron, entregaron la calabaza a la reina del Samaín, que este año recayó en la risueña Irma, y, tras recitar un conjuro, repartieron los ajos necesarios.

Un sábado de gloria astur

¿Que si no rompí la dieta? A fe mía que lo hice y con denuedo, este fin de semana en Asturias, desde que cruzamos el “Negrón”, ese túnel que la separa de Castilla-León. Llegamos a la ciudad noble de Oviedo y ¿qué creéis que fue el primer grito que oigo al entrar en el hotel España con una rubia, maletas en mano? Pues mi nombre, de acera a acera, gritado nada menos que por una viguesa de teatral tronío: Arantxa Treus, que vi allí como amarrada a un perro mientras esperaba a un varón que resultó ser su marido. Lo primero que me encuentro en el Oviedo sabatino es a una amada viguesa. Otra viguesa allí residente, María Comesaña, ,nos recogió con Juan, su apoderado, con la promesa de que comeríamos de rechupete sin necesidad de abrir guía alguna, y nos llevaron a 7km, donde está desde 1890 Casa Edelmiro y te atiende la quinta generación. Unas tostas con picadillo, con queso Cabrales o Laperal dieron paso a una fabada con su compango inolvidable, unos callos al mod asturiano y pito de caleya con patatines, a modo de degustación. Vuelta al hotel para reposar la comida y, de atardecida, traslado al Terra Astur, en las afueras, inmensa sidrería en la que se puede comer dentro de grandes toneles platos generosos aunque nos contentamos con unas botellas de sidra para ir a cenar a La Oveja Negra con sobriedad: caña de lomo de Joselito, un excelente tomate con anchoas y unos deliciosos salmonetes fritos aún no llegados a su pubertad.

Y un domingo gastronómico

El domingo, tras visitar la catedral como buenos cristianos, nos fuimos al Museo de Bellas Artes de Oviedo para admirar al Greco, Berruguete, Zurbarán, Murillo o Goya entre los clásicos, a Picasso, Dalí, Arroyo, Millares o Tapies entre los contemporáneos pero no menos, en el apartado dedicado a los 80, a nuestros vigueses Menchu Lamas y Antón Patiño. Y, si el día anterior me sorprendió ante el hotel la actriz viguesa Arantxa Treus, en el museo una dama bien avenida se puso ante mí enmascarada diciéndome: ¿Puede usted apartarse, que no me deja ver? ¡Era Ana Álvarez, la que llevó a su mejor cocina el restaurante vigués Casa Esperanza, cerrado en 2020! Besámonos y, tras el introito cultural, otra vez Juan y María nos recogieron para tomar un vermú en La Paloma, la catedral del vermú en Asturias, y llevarnos luego a Gijón. Allí, en la sidrería Principado nos pusieron unos berberechos que ya quisiera yo encontrarlos en Vigo, seguidos de un virrey a la espalda con patatas panaderas y unos calamares en su tinta de los que no quedó ni huella. Salimos casi de atardecida y, tras hacer tiempo para la cena en el café-restaurante Peces de Madera con un agua mineral y en el café Dindurra del teatro Jovellanos, rematamos la faena gastronómica dominical en Casa Segundo con un picoteo: queso y anchoas, chorizo a la sidra, tortilla de patata, hígado encebollado. ¿No rompí acaso mi dieta con denuedo? El lunes, a Ribadesella para una magnífica comida en la que no faltó fabada en Casa Chani, que es la propia de Inés Gonzalo y Rufino del Cueto, antiguos propietarios de los MacDonad de Valladolid y Palencia y excelentes anfitriones. Y vuelvo a la dieta.¡Oh, Dios mío!

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