Nada hacía presagiar que Borja dedicaría su vida al culto al cuerpo, y más aún, que acabaría siendo campeón del mundo “amateur” de culturismo. Quién se lo iba a decir a él o a sus padres –médicos de profesión– que aquel niño que tantas salas de especialistas visitaba hasta que por fin le fue diagnosticada una dolencia cardiovascular –su caja torácica era demasiado pequeña–, terminaría cultivando su anatomía al límite.
Y fue esa dolencia la que, de alguna manera, le trajo hasta dónde está. Empezó a hacer mucho deporte porque eso mejoraría su calidad de vida y le gustó tanto que cada día su cuerpo le iba pidiendo más y más. Primero vino el atletismo: “Empecé a correr, siempre federado, durante muchos años” y después cursó estudios de Educación Física: “Y un día, en una revisión me dijeron que la enfermedad había remitido mucho”. Borja descubrió que el deporte sería su tabla de salvación. Fue jugador de fútbol profesional durante diez años y Campeón de España de Atletismo e internacional con la Selección Española absoluta de culturismo. El palmarés no deja lugar a que su trabajo sea fruto de la improvisación: campeón gallego amateur de culturismo (5 años), campeón del norte amateur de España de culturismo (5 años), campeón de España amateur (5 años).
Cuando avanza en su relato vital se deduce que ser culturista no es algo que se decida de modo inminente, es un proceso: “Lo del gimnasio vino después. Empecé a entrenar y a especializarme en el mundo del fitness, pero sin ninguna pretensión competitiva. Yo era delgadito y quería estar fuerte, nada más”.
Sin embargo, la cultura del gimnasio y rodearse de entrenadores dúctiles en la materia hizo que el gusanillo del culto al cuerpo entrase en su vida como un ciclón: “Empecé a sacarme todos los títulos posibles como entrenador, monitor de sala, preparador personal”. Y como el culturismo está íntimamente ligado a un tipo en concreto de alimentación, de rutinas, de hábitos, cruciales para llegar a ser culturista decidió estudiar Nutrición Deportiva.
Su periplo en Madrid impartiendo clases como entrenador polivalente en gimnasios acabó pasándole factura a nivel físico y mental: “Estaba súper quemado” y quería especializarse y focalizar sus esfuerzos en mejorar la calidad de las personas, canalizando ese objetivo a nivel profesional: “Nunca dejé de formarme”, destaca.
Y hace siete años el cambio de gigante fue más que evidente. Lo supo cuando su ropa le empezaba a venir pequeña y su espejo le iba cantando día a día las nuevas dimensiones de sus bíceps y pectorales. No obstante destaca que este proceso no es flor de un día: “La gente piensa que esto es tomar suplementos y te pones grande. No. Yo entrenaba, cumplía con una dieta estricta y año a año veía como se me iban llenando las piernas, los brazos, ganando calidad muscular”, insiste.
A sus 41 años nadie se explica cómo Borja ha llegado a alcanzar ese cuerpo que le ha proclamado campeón del mundo Mr. Olympya amateur, en su categoría. Para que nos entendamos, ganar un Olympya otorga a sus ganadores el pase a competir a nivel profesional en EE.UU.: “A nivel amateur no se puede ganar más que esto. Es como ganar un mundial”, apunta.
Aunque Martínez ganó en su categoría, a la hora de luchar por ese pase internacional contra los demás ganadores de otras categorías, se quedó a las puertas. Volverá a intentarlo en dos semanas en el campeonato europeo Mr. Olympya Inglaterra, organizado por la IFBB, una de las Federación de Culturismo más importantes del mundo.
“En Galicia es mejor montar un furancho que una tienda de nutrición”
Como nutricionista, Borja se enfrenta a sus clientes todos los días. Los que vienen comprometidos con la causa y los que no: “La gente quiere el resultado pero no pasar por el proceso”, reconoce inquieto. Y es que hay muchos usuarios de su gimnasio que quieren emular su cuerpo, desconociendo el gran trabajo que hay detrás: “En Galicia es mejor montar un furancho que una tienda de nutrición”, señala en referencia a los hábitos alimienticios que tenemos en la comunidad que dificulta llevar una dieta saludable. En la trastienda del culturismo también tienen cabida los críticos y detractores que cuestionan el estilo de vida y los hábitos “poco recomendables de los culturistas”, que aunque se enmarquen dentro de la legalidad existente, es cierto que a lo largo de la historia muchos deportistas han abusado de sustancias para alcanzar el éxito deportivo en menos tiempo: “En todos los deportes de élite (ciclismo, atletismo...) se usan sustancas para mejorar el rendimiento deportivo, pero es un complemento, el resto es trabajo duro”.
Alimentación, la clave
Sin duda, uno de los factores que conduce a los culturistas al éxito –a parte del entrenamiento– es la alimentación: “comer mucho al principio, muy poco al final”. Antes de una competición la pauta es estricta. Dos semanas antes del campeonato se realiza lo que denominan “carga y descarga de agua y carbohidratos”. Para hacer esto, previamente hay que “vaciar el cuerpo de glucógeno para luego hacer una súper compensación a través de la carga energética posterior,” explica Martínez. Come siete veces al día proteína e hidratos sin refinar, entrena dos horas diarias: “Medimos mucho lo que comemos, lo pesamos absolutamente todo, tiene que ser así”, añade.
Lo que queda patente es que un campeón del mundo no se hace en dos minutos y Borja Martínez necesitó veinte años para llegar.