Por segundo año consecutivo, San Juan no fue San Juan. Al menos, en lo que a tradición se refiere. Y es que, en tiempos de pandemia, con el COVID todavía dando coletazos –aunque en niveles menos preocupantes que en semanas anteriores–, la autoridad sanitaria no permitió que se hicieran hogueras en lugares públicos, una decisión que no compartió el alcalde de Vigo, Abel Caballero: defendió que, con aforos y prudencia, se podría haber abierto la mano, ya que la urbe registra una incidencia a 7 y 14 días con tendencia descendente.

El regidor mostró su “desacuerdo” con la medida de la Xunta y puso como ejemplo la cabalgata estática de Reyes, en la que se “demostró” que se pueden organizar eventos con seguridad.

Para asegurar el cumplimiento de la prohibición dictada por Sanidade, el Concello puso en marcha un dispositivo de vigilancia reforzado: más intenso y en más lugares, según concretó el alcalde antes de destacar la contaminación que provocan las hogueras en los arenales. “En las playas de Vigo, no se hace una hoguera ni por equivocación. Se deterioran muchísimo, el carboncillo no se puede tamizar con las máquinas”, anotó.

Los únicos espacios en los que se pudo ver a gente desafiando a las llamas fueron los terrenos privados: la Xunta sí permitió que se festejase San Juan de este modo, pero no en zonas públicas. El veto se enmarca en la prohibición de celebrar “fiestas, verbenas y otros eventos populares”, recogida en la orden publicada el 28 de mayo. La razón: estas celebraciones, en palabras de la Consellería, suponen un riesgo de aglomeración y, por lo tanto, para la salud pública.

Donde sí se celebró una de las festividades más clásicas del verano fue en las residencias de mayores. El centro de Sanitas en Vigo acogió la primera fiesta de residentes y familiares desde el inicio de la pandemia. Amenizaron la tarde sin hoguera, pero sí con una sardiñada acompañada de música: actuó un coro en una clara demostración del regreso paulatino de la normalidad.