Estaba al frente del furancho Os Ramallos, en el lugar de San Cibrán en la parroquía de Bembrive. Chicha era alegre, símpatica y muy trabajadora a los fogones y en la atención a sus clientes, todos amigos suyos. Su local era el punto de encuentro de diversos colectivos como los visitadores médicos, representantes de comercio, pintores o periodistas. Con su marcha la romería de San Blas pierde a uno de sus grandes referentes y deja huérfana a la gente que disfrutaba de su buena cocina y que nunca la olvidarán.

En la foto vemos a Chicha sentada a la derecha y a su lado el sacerdote y periodista Alberto Cuevas, el dibujante de FARO Fernando Quesada y a su lado otro antiguo perdiodista de la casa, Joaquín Rolland. De pie vemos a Magar, los periodistas Rodrigo Verela y Luis Piñero y el entonces jefe de relaciones publicas de El Corte Inglés, Miguel Ángel Contreras. Quesada, Contreras y Varela sin duda estarían esperando “arriba” a Chicha.

Se nos fue Chicha Fernando Franco

Un fin de semana sanabrés

Pasaban poco de las diez de la mañana de este domingo soleado cuando, gozoso yo con una dama (la de siempre) a los pies del castillo de Sanabria (sí hombre sí, el de Alonso Pimentel), hallé paseando a un preciado vigués del barrio viejo cuyo nombre callo porque juraría que era otra y no la suya con quien estaba por aquellos pagos. Y es que este fin de semana lo hice sanabrés porque quedamos con el conyugal binomio García, Paco e Isabel, él colega muy entrenado de La Nueva España y ella entrenadora de la lengua de Dante, para hacer senderismo por las orillas del Tera. Èche boa, a qué grado de deterioro moral hemos llegado que ahora quedamos para caminar levantándonos temprano en vez de tomar copas acostándonos tarde. El día antes, sábado, quedamos en la feria de Tábara primero y luego, ya en el Puente de Sanabria, hicimos la ruta del Tera caminando entre robles melojos, acebos y tejos. Comimos luego en La Chopera, unas mollejas de entrante para todos y luego unos chuletón y otros lubina salvaje de la mar con perdón del Tera, todo regado con un magnífico Almirez de Toro. Por la noche cenamos, tras llevarle la oportuna provisión de licor café, en la casa sanabresa de Julita Monterrubio con sus hijos Jose y Ángel Prieto, médico éste que fue en Povisa hasta su baja, y tomamos luego una copa tempranera en el Scaparate, ante de dormir en La Chopera.

De casa Morán al Hispania

Al día siguiente, a eso de las diez paseábamos ya por entre las viejas y hermosas casas de Sanabria, allí donde encontramos al vigués vecino de mi barrio viejo, cerca del almenado castillo. Tras la visita al mismo y al museo de gigantes y cabezudos, bajamos por la calle Costanilla para ir a la tienda de Morán a comprar un cóctel de setas, unos habones de fantasía y unos vinos toros Madremía y Camparrón. Os recomiendo esta tienda no solo por la pasión con que venden sus dueños sino por sus impresionantes legumbres y setas desecadas,y la clase gratuita que os darán él o ella de cómo cocinarlas. Pertrechados ya a eso del mediodía, dimos el salto a Zamora para comer en el Hispano de Alejando y Eva Zapata, ella veraneante de siempre en Playa América. Un bar-restaurante de tapas diminuto pero acogedor, dinámico y molón en la plaza del Maestro. Que le pregunten a Natalia Rodríguez, del restaurante vigés La Comidilla, que lo visita cuando viaja allí por sus croquetas de chistorra.