Dos años de prisión y el pago de una multa económica. Esta fue la pena que aceptó en 2010 un religioso por realizar tocamientos a dos niñas de 10 y 11 años en el colegio El Pilar de los maristas de Vigo en el que colaboraba en labores de secretaría desde su jubilación. Los episodios de abusos ocurrieron desde 2009 y durante un año en el despacho que ocupaba el condenado, F.V.T. que por aquel entonces tenía 69 años, después de que una de las menores acudiera a junto de él a saludarle y a pedirle golosinas y la otra menor fuese allí, según su padre, a hacer unas fotocopias. Al sexagenario, que fue apartado del centro educativo Maristas tras estos hechos, también se le exigió una indemnizar a las jóvenes con cantidades que suman 14.000 euros.

El juicio contra este religioso -que perteneció como hermano a la congregación- no se llegó a celebrar tras alcanzar a un acuerdo su abogada defensora con la fiscal y el letrado de la acusación particular, que representaba a los padres de una de las niñas, que fueron quienes denunciaron los hechos. El acusado asumió la autoría de los tocamientos y fue condenado por dos delitos de abusos sexuales, uno de ellos continuado. Además de la pena de prisión, por la que no tuvo que ingresar en la cárcel al no superar los dos años, y la multa también se le prohibió comunicarse con las víctimas durante un período de cinco años y, además, se le inhabilitó para el ejercicio de cualquier profesión u oficio relacionado con la docencia durante un período de seis años.

Atenuante

La conformidad se alcanzó después de que la fiscal rebajase su petición inicial al incluir en sus conclusiones la atenuante de reparación del daño -por la consignación previa de parte de la indemnización- y evitó la celebración de una vista en la que además de las menores afectadas, estaban citadas como testigos otras alumnas de similar edad.

La sentencia de conformidad contempló como hechos probados que en el primer semestre de 2009 F.V.T. realizaba labores de colaboración en el colegio vigués en funciones de secretaría. El trabajo lo efectuaba en el denominado “Despacho de Secretaría”, situado en la zona administrativa del centro, en un pasillo en el que hay otras estancias que también funcionan como despachos, así como salas de profesores. El fallo judicial señala que los alumnos solían acudir a la oficina del religioso fuera de horas de clase “a pedirle golosinas que guardaba en un armario”.

Los casos de abusos se produjeron, proseguía la resolución, entre los meses de febrero y abril de 2009. El fallo revela que “en fechas no determinadas” pero situadas en este período temporal una de las víctimas, una niña que en aquel momento tenía 10 años de edad, acudió al despacho del hombre “a saludarle y pedirle golosinas”, momento en el que éste, “con el propósito de obtener una satisfacción sexual, al menos en dos ocasiones le tocó el pecho por encima de la ropa y en una de ellas la barriga por debajo de la camiseta”.

Los abusos a la otra menor se produjeron el mediodía del 27 de abril de 2009 cuando acudió al mismo despacho acompañada de una amiga. El acusado, dice la sentencia, “actuando con idéntico ánimo”, le realizó tocamientos en el pecho por debajo de la ropa, al tiempo que le decía “que callada eres y que guapa eres”.