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El kalanchoe, un potencial aliado frente al cáncer

Un estudio de la Universidad de Vigo avala el potencial anticancerígeno de los compuestos bioactivos de esta planta utilizada en la medicina tradicional

El investigador Pascual García, con muestras de kalanchoe.

La medicina tradicional de diferentes culturas ha echado mano del kalanchoe, un género de plantas originario de Madagascar pero extendido por casi todo el planeta, para poner remedio a todo tipo de enfermedades, desde problemas ginecológicos, inflamaciones, quemaduras y fiebre hasta diferentes tipos de cáncer. Tras conocer que algunas pacientes consumían sus hojas crudas o en infusiones, el doctor Jorge Cameselle y la ingeniera agrónoma Lidia Rojo iniciaron un estudio desde Adicam (Asociación de Diagnosticad@s de Cáncer de Mama) para aportar evidencias científicas sobre sus supuestas propiedades quimiopreventivas. Y contactaron con el grupo de Biotecnología Vegetal de la Universidad de Vigo para arrojar luz sobre esta planta medicinal.

Los resultados obtenidos avalan el potencial anticancerígeno de algunos de sus compuestos naturales, así como su actividad antiinflamatoria y antimicrobiana. Y también revelan que pueden utilizarse como aditivos naturales en alimentos y productos cosméticos y farmacéuticos.

Pascual García Pérez ha dedicado cuatro años al estudio del kalanchoe bajo la dirección del catedrático Pedro Pablo Gallego. La “primera sorpresa” que se encontraron al recoger las plantas facilitadas por Adicam es que pertenecían a tres especies diferentes del género Bryophyllum spp y, por tanto, con propiedades distintas.

Pascual García y Pedro Pablo Gallego, en el laboratorio. Pablo Hernández Gamarra

El primer paso fue establecer para un sistema de cultivo in vitro, la primera vez que se lleva a cabo con kalanchoe, para garantizar un crecimiento estable y estudiar sus metabolitos o compuestos activos, en torno a los que apenas existe bibliografía científica.

Descartados los bufadienólidos, porque contienen cardiotónicos que pueden provocar toxicidad, se centraron en los fenólicos. Y recurrieron a herramientas de inteligencia artificial para determinar en qué condiciones debía realizarse el cultivo in vitro de cada especie para obtener un producción de compuestos fenólicos aumentada y estable .

“Pero entonces quisimos ir un poco más allá y utilizamos los cultivos celulares de kalanchoe a través de elicitación para la producción de compuestos bioactivos a gran escala. Es una técnica muy novedosa dentro de la biotecnología vegetal. En lugar de esperar una media de tres meses a que crezca la planta, al cabo de una semana puedes optimizar y maximizar la producción de fenoles”, destaca García.

Y mediante el uso de herramientas de metabolónica no dirigida, en cuyo uso se entrenó durante una estancia en la Università Cattolica del Sacro Cuore de Milán, pudieron identificar por primera vez miles de compuestos de diferente naturaleza y origen. “Encontramos hasta siete familias que nunca habían sido descritas ni en plantas ni en cultivos celulares”, añade.

“Los resultados demuestran que desde la asociación Adicam no iban mal encaminados. En los extractos de kalanchoe pudimos determinar una potente actividad anticancerígena, especialmente en el caso del adenocarcinoma de mama. Pero también antioxidante, antiinflamatoria y antimicrobiana”, apunta Pascual García.

“Todos estos beneficios se determinaron in vitro, en los cultivos celulares, pero todavía queda un abismo de distancia hasta constatarlos en humanos. Es un salto muy grande, pero teniendo en cuenta todo el potencial que hemos encontrado debería probarse”, subraya.

Aditivos naturales

De cualquier forma, la investigación todavía avanzó un paso más y los investigadores de la UVigo definieron estrategias para la incorporación de los compuestos de kalanchoe al sector alimentario y farmacéutico si en algún momento se llega a regularizar su consumo.

“Las emulsiones de aceite de pescado son la fuente principal de ácidos grasos Omega 3. El problema es que estos son extremadamente sensibles a la oxidación, que les hace perder sus propiedades. Pero gracias a los compuestos del kalanchoe se puede inhibir este proceso. Es decir, podrían utilizarse como aditivos naturales para actuar como conservantes y, al mismo tiempo, dotarían a esos productos de propiedades adicionales que no tienen. Se lograría un objetivo dual”, avanza.

Gracias a la colaboración del grupo del catedrático Carlos Bravo, del departamento de Química Física de la UVigo, también han demostrado el potencial de los extractos de la planta para incorporarlos a productos de la industria cosmética y farmacéutica como cremas.

Pascual García, natural de la ciudad de Lorca, estudió la carrera de Bioquímica y el máster de Biología Molecular y Biotecnología en la Universidad de Murcia antes de trabajar durante 2 años en la de Oporto y acabar recalando en Vigo para hacer una tesis doctoral con mención internacional y cuyos interesantes resultados ya han sido publicados en revistas científicas de alto impacto.

En el grupo de Pedro Pablo Gallego hay otra tesis en curso que seguirá profundizando en las incógnitas que rodean al kalanchoe: “El siguiente reto será diseñar una metodología que permita eliminar los compuestos cardiotóxicos y quedarnos solo con los que nos interesan. Después habría que continuar con ensayos en animales e ir escalando modelos hasta poder evaluar su consumo por el hombre. Esto requiere tiempo y dinero pero es gratificante hacer una investigación que, además de hacerte un buen currículo, pueda suponer una contribución para la salud”.

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