Amanecíamos el pasado miércoles con la triste noticia del fallecimiento de Paulino Freire Gestoso, vecino bien conocido en esta ciudad por sus iniciativas en favor del lugar que le vio nacer y morir, la villa de Bouzas.

Decir Freire es decir Bouzas, y decir Gestoso es decir Bouzas también, el ADN de Paulino reúne a tres de las familias más enraizadas en esta villa, los “Freire”, Los “Maravillas”, y los “Chichas”, tan unidas en la memoria colectiva al mar de Vigo y la prosperidad que de él supieron extraer.

Conversar con Paulino era un aprendizaje de lo que fue la industria naval en nuestra ciudad, que pasó de la construcción de barcos de madera, en aquel astillero que su abuelo fundó con algo menos de 30 años, a los barcos en metal y aluminio que incorporan últimas tecnologías. Un inmenso cartel en el astillero de Bouzas, con la leyenda “125 años (1895-2020)” y las banderas, hoy a media asta, me recuerdan con tristeza que se nos ha ido una de las cabezas que guardaban estos recuerdos, la evolución de la pesquería, y las técnicas del frío.

Refrey, un juego de letras del apellido Freire, fue otra de las iniciativas empresariales de esta familia, y de las que a Paulino le gustaba hablar. Él lo veía como un logro industrial y de innovación, yo opinaba que era más meritoria su tarea en favor de la formación femenina y su contribución a la emancipación de la mujer. Ambos, en definitiva, estábamos de acuerdo en la gran pérdida que supuso el cierre de Refrey para Vigo.

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Paulino presidió muchas de las iniciativas surgidas en Bouzas. La Cofradía del Cristo de los Afligidos, de la que continuaba siendo cofrade mayor honorario, Cabaleiro de honra da Irmandade das Donas e Cabaleiros de Bouzas, Fundador de la Ruta Marítima do Cabaleiro das Cunchas e impulsor del conocimiento de esta leyenda que pone a esta villa en el mapa de los caminos de Santiago por mar. Por muchas de ellas fue reconocido como Vigués Distinguido, galardón que obtuvo en 2012 y del que se sentía muy orgulloso, porque Paulino era un vigués que amaba a su ciudad desde el corazón de la villa de Bouzas, digno heredero de aquellos vecinos, del viejo ayuntamiento, que unieron su destino al de los ayuntamientos limítrofes, Vigo y Lavadores, para hacer entre todos la gran ciudad que hoy somos.

En mi recuerdo queda nuestra última conversación, junto a su querida esposa Muñeca, y frente a la tortilla que más le gustaba del mundo, la de A Fanequeira, cómo no, en Bouzas... Desde allí me señalaba el lugar en el que soñaba ver la estatua do Cabaleiro das Cunchas, emergiendo a la playa desde el mar. Algún día lo veremos, querido grandullón.