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Los rebrotes y el mal tiempo merman un agosto "agridulce" para la hostelería

Los hoteles cierran el mes con una ocupación del 65% en la primera quincena y del 55% en la segunda - La Navidad es la gran esperanza: "Hasta que llegue, habrá incertidumbre"

Vista de una de las terrazas del Casco Vello de Vigo. // J. Lores

Adiós a un mes de agosto atípico para el sector de la hostelería. El coronavirus y los días en los que el sol no quiso salir, así como la timidez del termómetro en fechas señaladas, formaron una ecuación que deja un sabor "agridulce" a hoteles, bares y restaurantes de la ciudad al término del periodo estival por excelencia. El verano del Covid-19 pasará a la historia por las restricciones y el miedo a viajar, elementos que, sumados a las dificultades económicas generadas por la aplicación de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), pérdidas de puestos de trabajo y cierre de negocios, han trazado la hoja de ruta seguida por el gremio.

Lo confirma el presidente de la Asociación de Hoteles de Vigo (Ahosvi) y director del Hotel Tryp Los Galeones, Jaime Pereira, que concreta la ocupación durante los primeros quince días en un 65%; en la segunda parte del mes, algo más del 50%: "Al principio, destacó el turismo vacacional, más presente durante los fines de semana. Al pasar el ecuador, se notó un incremento de los movimientos por negocios". La aparición de rebrotes, explica, ocasionó cancelaciones y ralentizó el ritmo de las reservas. "Cuando comenzaron a reabrir los hoteles, durante mayo y junio, teníamos dudas de que el verano fuese a funcionar bien. En líneas generales, estamos ligeramente satisfechos", comenta.

Jaime Pereira rechaza el pesimismo, pero advierte que lo que queda de año es un "mar de dudas". "Hay que pensar que esto se recompondrá. En mi caso, después del anuncio de las luces de Navidad, recogimos siete reservas. Estamos gratamente sorprendidos", justifica.

Idéntica radiografía hace el director del Hotel Ciudad de Vigo, Marcos Freijeiro. Califica como "bueno" el mes de agosto "dada la situación". En su caso, la ocupación en la primera quincena se situó en el 65% y bajó al 35% en la segunda. Este cambio lo achaca al mal tiempo y a los rebrotes, pero también a la posibilidad de cancelar sin gastos. El año pasado, se alcanzó un 91%: "Este mes fue peor que julio, pero la habitación en agosto es más cara, unos 10-15 euros más la noche, por lo que facturamos más. Es un año para olvidar. Sin Navalia, Conxemar... van a venir tiempos difíciles, no pintan bien". La esperanza es la Navidad: "Están llenos todos los fines de semana, se reservaron antes de la pandemia al ver el bum del año pasado, pero no sé si esos grupos vendrán finalmente".

Celestino Romar, director del Hotel Coia, se muestra en la misma línea que los anteriores. Apunta la "incertidumbre" que existe en el sector y confiesa que la previsión para los próximos meses es "baja". Cree que el inicio del curso escolar será un punto de inflexión que marcará el camino hasta la Navidad: "Ya hay solicitudes e interés". Misma imagen muestra Álex Domínguez, del Hotel Vigo Plaza: "Bajamos la ocupación un 40% con respecto al año pasado. Nos afectó el cierre del ocio nocturno, venía gente de Portugal a hacer despedidas y a salir de fiesta". La luz al final del túnel está en la época navideña. "Hay bastantes reservas para Navidad, sobre todo, para los festivos del 6 y 8 y a partir del 20 de diciembre", anota.

El presidente de Zona Náutico, Rubén Pérez, describe el pasado mes de agosto como "peculiar". "La facturación bajó un 50% con respecto a 2019. No hubo cruceros ni prácticamente turismo extranjero, la mayoría fue nacional. La gente no tiene la misma capacidad de gasto ni hábitos que otros veranos. Tampoco se celebró O Marisquiño. Y el cierre de los locales de ocio nocturno fue un mazazo. La esperanza es la Navidad", argumenta.

Omar Fares, responsable de los locales hosteleros La trastienda del cuatro, Nero y La Central, asegura que agosto fue "relativamente bien". "Con el cambio en la hora de cierre, se notó una bajada importante de clientes", lamenta. Antonio García, de Polbo Bar, declara que la facturación se redujo a la mitad al haber menos mesas, pero la afluencia fue notable. "Hoy [por ayer], ya se ve mucha menos gente. Hay mucho miedo por lo que venga", apostilla.

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