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Vigo se "reconcilia" con el patrimonio del río Barxa

Un proyecto de rehabilitación plantea una pasarela elevada sobre los árboles, un centro agrícola, el viejo mercado y espacios de ocio

Los vigueses viven hoy de espaldas a los espacios naturales que en el pasado dieron lugar a los primeros asentamientos y permitieron su supervivencia hasta épocas recientes gracias a los cultivos, la pesca y la ganadería. El crecimiento y la especulación urbanística de la segunda mitad del siglo XX convirtieron los ríos de las parroquias en espacios desconectados y degradados y con buena parte de su rico patrimonio natural y cultural arrasado. La arquitecta viguesa Rebeca Rodríguez Domato plantea una intervención en el Barxa, uno de los afluentes del Lagares, que recupera su historia y aplica las nuevas tecnologías para aprovechar el alto valor medioambiental, recreativo, educativo e incluso turístico de un espacio ribereño que todavía conserva petroglifos y antiguos molinos hidráulicos.

Su proyecto define una estrategia general para los 6,25 kilómetros del cauce que transcurre por Beade, Castrelos y Sárdoma y una intervención principal en la confluencia de la tres parroquias. Se trata de una pasarela de madera circular que transcurre "flotando" entre las copas de los árboles y que, además de articular los diferentes equipamientos de ocio y educativos, distribuye el agua para los nuevos cultivos y la energía obtenida de diferentes fuentes renovables. Esta "gran levada" se inspira en los canales de piedra de los viejos molinos gallegos que funcionaban por gravedad.

"Vivo en Beade desde niña y el Barxa era un lugar para que la imaginación volara. Jugábamos en el río y mi padre me llevaba a ver cómo funcionaban los molinos. Desde entonces he sido testigo de su degradación por los vertidos, la ocupación descontrolada de sus márgenes por industrias y vecinos o el desvío para construir la carretera Clara Campoamor. Y la idea del proyecto es recuperar el espacio público vinculado al río dando una nueva vida a las prácticas tradicionales. Se trata de plantear un futuro para un pasado", explica Rodríguez Domato.

Además de consultar abundante bibliografía, la autora se entrevistó con arqueólogos y arquitectos, así como con vecinos mayores de las parroquias de la zona para reconstruir su identidad perdida y plantear una "reconciliación" con ese legado cultural y natural.

Los vestigios arqueológicos descubiertos en las inmediaciones -el molino navicular de Fragosiño todavía por catalogar o el petroglifo do Eixón (BIC)- demuestran que las riberas del Barxa, cuyo caudal sería mucho mayor, acogieron grandes asentamientos desde la Edad de Bronce.

Y los estudios de toponimia realizados por la Universidad de Vigo también ponen en evidencia la actividad agrícola y ganadera desarrollada desde entonces, así como la existencia de un antiguo mercado -"campo da feira"- para vender los productos y celebrar romerías.

La propuesta de Rodríguez Domato, que constituye su proyecto fin de carrera tras formarse en la Escola Superior Gallaecia de Vila Nova da Cerveira, pone en valor los elementos históricos de la zona ribereña y recupera los usos vinculados al agua que fueron desapareciendo a medida que la ciudad crecía.

Y todo el territorio se articula a través de la pasarela de madera que "abraza" el territorio con una longitud de unos tres kilómetros y en la que convivirían peatones y ciclistas. Estaría conectada a varios silos que acogerían los generadores de energía hidráulica, solar, eólica y de biomasa: "Quedarían integrados en la vegetación y algunos también incluirían elevadores y funcionarían como miradores ".

El trabajo propone reforestar la zona con especies autóctonas, ya que hay una gran presencia de invasoras como eucaliptos y acacias, y habilitar varias zonas de huerta, además de reconvertir el polígono industrial de Sárdoma en el centro agrícola-ganadero As Anguieiras, donde la cultura de los predecesores conviviría con las nuevas tecnologías del siglo XXI.

"Sería un centro abierto y con vocación educativa para conocer qué se cultiva en las diferentes épocas del año, además de funcionar como una reserva de productos de calidad para la ciudad. Y también se recuperaría el mercado tradicional descrito en los estudios de toponimia para poder venderlos", apunta Rodríguez Domato.

Este mercado, situado sobre una plataforma "posada sobre el terreno", permitiría generar beneficios económicos, a igual que la zona de restauración prevista cerca del molino navicular de Fragosiño y denominada "El refugio de Sáa". Ocuparía unas ruinas existentes e incluiría unas plataformas desde las que observar dicho vestigio histórico.

El silo hidráulico acogería el Mirador Gorgoso, próximo al molino y la poza del mismo nombre, y como "guiño" a la arquitectura gallega se dispondrían por toda la zona bancos de madera a modo de "parladoiros" invertidos.

Además se recomienda la creación de un banco de tierras con los terrenos sin cultivar por parte de sus propietarios para dedicarlos a una producción extensiva.

La senda conectaría con el Lagares en Fragosiño y brindaría un nuevo espacio de esparcimiento a los vigueses. "Incluso los que vivimos en la zona periurbana estamos rodeados de naturaleza a la que no podemos acceder porque todo está desvirtuado", lamenta Rodríguez Domato, cuyo trabajo estuvo expuesto hasta hace unas semanas en el Instituto Camões del Casco Vello.

El proyecto de rehabilitación no solo recupera la historia de Vigo y rehabilita un espacio de ocio de forma sostenible para el futuro, sino que permitiría cumplir las exigencias medioambientales fijadas por la UE en la Directiva Marco del Agua, cuya fecha límite de cumplimiento es 2021 y que muchos tramos de ríos gallego infringen actualmente por contaminación o alteración de su hábitat.

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