José Carlos Fernández-Cervera, padre de Déborah, la viguesa hallada muerta en una cuneta de O Rosal tras diez días desaparecida, pisó por segunda vez los juzgados de Tui desde que se inició la investigación del crimen. La primera fue casi 18 años atrás, cuando ratificó la denuncia interpuesta en comisaría al no haber acudido la joven a dormir a su casa de Alcabre aquel 30 de abril de 2002. Y no lo había vuelto hacer hasta ayer, situación tan inverosímil como presuntamente "negligente", -según apuntaron los abogados de la familia-. Es el primer familiar de Déborah citado por los instructores en el marco de estas actuaciones, reabiertas a finales del año pasado gracias al empuje familiar y a la aparición de nuevas pistas.

Acompañado por la madre y hermana de la joven, Rosa Neira y Rosa Fernández-Cervera, el padre de Déborah entró en las nuevas dependencias judiciales de Tui, donde tras 90 minutos de comparecencia, se mostró satisfecho de aportar, por primera vez en la investigación, sus recuerdos de lo ocurrido en las horas previas a la desaparición de la joven en Vigo y en los días posteriores hasta que su cadáver desnudo y rodeado de pistas falsas fue localizado. "Hay demasiadas cosas para explicar en solo hora y media pero yo he contestado a todo", reforzó José Carlos, quien reconoce que son muchos los indicios que apuntalan ahora el caso. "La esperanza no se pierde pero sí es difícil. Son muchos los indicios pero no concluyentes. Habrá que esperar a que se produzcan todas las declaraciones para poder ver de qué hilo tirar", concluyó.

Su declaración, a diferencia de las de otros testigos -que se centraron más en los días previos a la desaparición- giró por el entorno y el día a día y vida de la joven, cómo se enteró de su ausencia o el tipo de relación que mantenían, entre otras.

Quien aplaudió también esta citación fue su hija Rosa. Cauta y prudente como de costumbre, reiteró que la lucha por saber qué le ocurrió a su hermana "continúa". "El hecho de que llamen a mi padre nos llena de esperanza sí, pero hay que ser prudentes. La situación es muy complicada y más cuando no nos dan todas las herramientas ni contamos con toda la realidad. Somos prudentes pero no nos damos por vencidos", reafirmó Rosa Fernández-Cervera.

La declaración por videoconferencia de una amiga de la joven desde Francia puso fin a las diligencias previstas para ayer.

Desde que arrancó esta nueva fase judicial, después de que la causa estuviese 10 años archivada, han comparecido en el tribunal tudense 15 testigos. Amigos de Déborah y del exnovio -el hilo conductor de las pesquisas policiales-, así como los padres de este último, fueron las personas citadas en las jornadas anteriores de diciembre y enero.

Crítica al trabajo policial

Por su parte, los abogados de la familia, parte activa en el procedimiento, definieron la jornada de ayer como una mezcla de "agradecimiento" y "rabia". Lo primero, porque 17 años después "se escucha la voz del padre de Déborah". Sobre lo segundo, el letrado Ramón Amoedo, secundado también por el otro representante legal de la familia Ignacio Amoedo, calificó las actuaciones obrantes hasta el momento como "lamentables y negligentes"; hasta el punto que han llegado a interponer dos quejas -una en octubre y otra en enero- contra los grupos de la Policía Nacional que trabajaron en el caso. "Cuando terminemos con este caso nuestro consejo es que se inicien acciones para depurar responsabilidades. Cualquiera que vea lo que se hizo con ese caso, verá que ha sido un despropósito", reiteró Amoedo, tajante. Defiende que las declaraciones de la familia más próxima a Déborah tenían que haberse producido al inicio del proceso. "Es evidente que son y eran las personas que más podían aportar. Si estamos hoy aquí, 17 años después es por la negligencia de algunos equipos de la Policía", aseveró Amoedo.

El letrado quiso precisar también que "ni ellos ni la familia" ha contaminado a nadie. "El dedo se los han puesto a sí mismos quienes han venido a declarar. Nunca dimos falsas esperanza; solo venimos a dar la vuelta a una investigación lamentable", sentenció Ramón Amoedo.