Si los juzgados laborales fueron como su segunda casa, su actividad asociacionista premia una trayectoria marcada por la fundación del primero colectivo de Abogados Novos o Xustiza e Sociedade de Galicia. Al abogado Matías Movilla como a tantos otros de su generación le tocó casi partir de cero en el mundo de la abogacía tras el fin de las leyes dictatoriales y la aprobación del texto constitucional. "En el 78 a los jóvenes nos tocó reemprender todo el rumbo del Derecho. No podíamos copiar nada de lo anterior, entonces la Constitución estableció unos nuevos criterios que eran los derechos fundamentales y a partir de ahora tuvimos que reivindicar una serie de cuestiones que eran diferentes al colectivo instaurado en aquellos momentos. Se nos abría un mundo nuevo", contempla el abogado laboralista.

En aquellos momentos también cambiaba la concepción de lo que se entendía por Colegio de Abogados. "Se trata de un organismo profesional y corporativo y como tal ya no podía reivindicar y defender solo los intereses de los abogados sino los de toda la sociedad; había que apuntalar los nuevos derechos a la ciudadanía", ejemplifica Movilla.

El urbanismo era entonces una de sus pasiones lo que le llevó a probar suerte en la capital. "Estaba interesado en el diseño de las ciudades, movilidad, tráfico... pero no era nada fácil. Así que regresé a Vigo donde me ofrecieron un puesto en un despacho y comencé a trabajar en el derecho laboral", explica.

Sus reivindicaciones actuales pasan por un mayor atención económica a la Justicia, de quien lamenta su abandono sistémico. "Formamos parte de un engranaje para que la Justicia funcione y sin recursos no puede funcionar bien", concluye.