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Precursores de la ingeniería biomédica

Un físico, un matemático y un ingeniero de telecomunicaciones trabajan con los cardiólogos del Álvaro Cunqueiro para desarrollar tecnología que les permita resolver problemas clínicos

El equipo ante imágenes de la simulación y del "wearable". // Cristina Graña

¿Qué hacen un físico, un matemático y un ingeniero de telecomunicaciones en un hospital? "Cosas de ordenadores", simplifican ellos cada vez que alguien les pregunta, resignados a que la mayoría de la gente no entienda cuál es su función en la sanidad. Desde sus distintas disciplinas, colaboran con los médicos en la fase de investigación para encontrar soluciones a problemas clínicos. La tecnología gana cada vez más peso en el ámbito sanitario y no puede hacerlo sin ellos. De ahí que la Universidad de Vigo haya apostado por la implantación del grado de Ingeniería Biomédica, que se estrena este curso. En el Álvaro Cunqueiro, el físico César Veiga, el ingeniero de telecomunicaciones Diego Castiñeira Pérez y el matemático Marcos Loureiro García, son los precursores de estos profesionales.

Los tres pertenecen al Grupo de Investigación Cardiovascular del Instituto de Investigación Sanitaria Galicia Sur (IISGS). Su responsable y jefe del Servicio de Cardiología del Chuvi, Andrés Íñiguez Romo, explica que, igual que la medicina es cada vez más multidisciplinar y en el tratamiento de un mismo caso colaboran especialistas de distintos servicios, en la investigación tiene que suceder lo mismo con otro tipo de profesionales. "Pasa por muchos ámbitos de competencia, así que tiene que haber transversalidad para no quedarnos cojos", defiende.

El doctor Íñiguez recuerda que el intento de su servicio por desarrollar una unidad de apoyo a la investigación la iniciaron ya hace algunos años en el Meixoeiro. Al enfoque de la investigación clínica que desarrollan los cardiólogos y la medición de los resultados que obtienen en su práctica asistencial, sumaron una tercera pata: la investigación aplicada. "Nos planteamos intentar aunar distintos especialistas para abordar los problemas clínicos". Y así llegaron los investigadores no clínicos al hospital. Destaca que fue el proyecto Biocaps -financiado con más de 4,5 millones de euros por la Unión Europea, en 2013- el que dio el mayor impulso a estas pretensiones al promover y estructurar la relación del Chuvi con la Universidad de Vigo.

Fue entonces cuando aterrizó en el Chuvi el doctor en Física, Electrónica y Computación César Veiga García. Entre otros proyectos, realiza trabajo de big data con imágenes cardiológicas -de ecografías o de tomografías de coherencia óptica, que se usan para estudiar el interior de las arterias coronarias-. El objetivo es obtener análisis automáticos de ellas. "Tú puedes ver muchas imágenes de coches, pero un algoritmo puede encontrar en ellas más rápido la matrícula que estás buscando", ejemplifica. Ellos quieren que les diga el grado de calcificación -deterioro- de una válvula aórtica.

Con el ingeniero de telecomunicaciones Diego Castiñeira, trabaja también en un dispositivo similar a un reloj -un wearable- que permite detectar de forma cómoda el tipo más habitual de arritmia y la causa de más de una cuarta parte de los ictus, la fibrilación auricular. Fue seleccionado como un "caso de éxito" por la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria. "Estamos desarrollando una aplicación para que dispositivos comerciales implanten nuestro algoritmo", cuentan.

Por su parte, el matemático Marcos Loureiro desarrolla una tesis sobre simulación numérica para ayudar a los cardiólogos a planificar sus intervenciones. Nunca pensó que acabaría trabajando en un hospital. "Ni de broma", enfatiza. Fue el IISGS el que acudió al máster que cursa en Matemática Industrial a buscar a alguien que quisiera hacerlo.

Médicos y técnicos hablan "dos lenguajes distintos" y ambos "muy técnicos". "Los cardiólogos usan 'coapta', donde los ingenieros dicen 'cierra'", ejemplifican. Así que, al principio, el diccionario era una de las páginas más visitadas en su navegador. Se han ido acostumbrando al idioma sanitario al incorporarse a las sesiones clínicas de los cardiólogos. Aprenden los unos de los otros y en la comunicación constante entre ellos es dónde descubren las vías a través de las que abordar los problemas. Por ello, destacan que si estuvieran fuera del hospital, sin empaparse de su visión, no podrían aquilatar de forma adecuada los retos a los que se enfrentan.

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