El Instituto de Investigaciones Marinas (IIM) renueva su dirección en un momento clave en el que diseña la futura sede de la ETEA. Tras casi 15 años de espera, la Xunta oficializó este año la cesión de los terrenos en la antigua escuela militar al CSIC, que prevé una inversión total de 16 millones de euros. Fran Saborido toma el relevo a Antonio Figueras, al que todavía le quedaba un año para completar su mandato, con el objetivo de contratar personal y estrenar el nuevo centro en 2022.

-Lleva casi tres décadas trabajando en el instituto, la última marcada por los grandes recortes.

-La ciencia pagó la crisis de forma innecesaria e indebida. Al haber menos financiación tuvimos que competir más con otros agentes de investigación nacionales y europeos y aún así no caímos mucho, lo que habla bien del IIM. Y en personal perdimos a casi cien trabajadores. La gente joven no tuvo oportunidades para quedarse, investigadores que hicieron la tesis conmigo ahora están en Holanda o Noruega. Tampoco hubo ocasión de nuevas adquisiciones y además en los últimos años tuvimos muchas jubilaciones sin sustitución. Y otro factor es la burocracia excesiva que nos impusieron como si fuésemos los culpables de la crisis, cuando eran otros. Esta normativa de control de gasto absurda, ridícula, es un muro con el que nos enfrentamos constantemente y que nos impide acceder a financiación. Paralizó la investigación de todos los organismos en España y todavía se mantiene a pesar del cambio de gobierno. Esperamos que desaparezca.

-Usted realizó una estancia de tres años en la Universidad King Abdullah de Arabia Saudí, donde los recursos y la apuesta por el I+D están a otro nivel.

-Comparar un país rico en petróleo con la España de la crisis tampoco es justo. Pero una gran diferencia es que apoyan la investigación sin buscar la rentabilidad inmediata. Muchos avances actuales de la sociedad se estudiaban hace 15 o 30 años. Con la crisis, en España la ciencia pasó a depender de Economía. Eso ya lo dice todo. Ahora hay un nuevo ministerio y, aunque la normativa todavía no ha cambiado, está generando ilusión en el personal investigador. Nos da unas perspectivas y esperanzas importantes. E insisto en que no solo es una cuestión de financiación.

-El principal objetivo de su mandato es el traslado a la ETEA. En su última visita, la presidenta del CSIC situó la apertura en 2023, ¿mantienen los plazos?

-La ilusión del equipo de dirección actual es hacer lo suficiente para poder estar allí en cuatro años, en 2022. Es difícil, pero es lo que queremos. Y la idea no es solo una nueva sede, un nuevo edificio, que de por sí es importante porque ahora tenemos grandes dificultades para funcionar, sino que queremos aprovechar el traslado para replantearnos qué somos, qué queremos ser dentro de 10-20 años y qué quiere la sociedad de nosotros. Se formaron unos grupos de trabajo para autoevaluarnos y proyectarnos hacia el futuro y un nuevo IIM no significa prescindir de ningún grupo, pero sí incorporar nuevas líneas de investigación o formas de trabajo. Hay que aprovechar el momento.

-¿En qué fase se encuentran?

-Este año tenemos que licitar el comienzo de obra, vallado y arreglo en general. Dependemos de unos presupuestos del Estado, pero el proyecto de sede, las necesidades que tenemos y cómo queremos que sea el edificio está planteado. El instituto que queremos, en cuanto a estructuración, organización y nuevas líneas, lo estamos diseñando ahora y en menos de un año estará sobre la mesa. Queremos un edificio emblemático para Vigo, que sea bioclimático y sostenible, pero obviamente también tiene que responder a la funcionalidad de un centro de investigación. Desde la dirección también queremos coordinarnos mejor con los otros agentes de ciencia de Vigo, IEO, Universidad, Cetmar, e incluso con los de otras ciudades. Por suerte, las relaciones ya son estrechas pero la meta sería crear grupos mixtos o compartir infraestructuras. Al fin y al cabo, ser más eficaces.

-La presidenta del CSIC cifra en 16 millones la inversión en la ETEA.

-Es el proyecto estrella. La apuesta es clara y esperamos que continúe en el futuro. No vemos motivos para que no sea así.

-Además de la nueva sede, ¿cuáles serán sus principales esfuerzos los próximos cuatro años?

-El proyecto de la ETEA es el futuro, no para nosotros sino para las siguientes generaciones, pero hasta 2022 seguiremos en este edificio y hay que seguir manteniéndolo y mejorando los laboratorios. Y lo fundamental ahora mismo es recuperar personal. Hace falta financiación e infraestructuras, pero el capital humano es lo más importante y el mayor potencial. Trataremos de recuperar gente joven y de excelencia. Y una vez conseguido esto, seguiremos trabajando con eficacia para lograr la financiación necesaria para proyectos y seguir haciendo la investigación de excelencia de estas últimas décadas y en la que somos referentes. Hemos perdido cierta relevancia internacional, como en general todos los organismos de España, y esto hay que recuperarlo ya.

-¿Cómo ha conformado su equipo?

-Somos de generaciones similares y hemos buscando una buena combinación de experiencia, Jesús Mirón ya era vicedirector, de ganas y de especialistas en distintos campos no solo en lo que hacemos el instituto. Las complementariedades nos hacen un equipo eficaz.

-Crean una nueva vicedirección de Cultura Científica.

-El resto de áreas se mantienen y añadimos esta nueva. La anterior dirección trabajó muy bien en divulgación, donde también tenemos apoyo de la delegación del CSIC en Galicia, y en este aspecto vamos a ser continuistas. Queremos mantener lo que se ha hecho y añadir otro tipo de divulgación mucho más dirigida a sectores profesionales del terreno pesquero, la transformación o la acuicultura. Se trata de diseminar lo que hacemos de forma más profesional para posicionarnos estratégicamente en España y Europa con nuestro conocimiento, que es bastante elevado.