Cinco años atrás los concursos de acreedores tocaron techo al ser más de un centenar las empresas que solicitaron esta medida judicial ahogadas por las deudas y sin ser capaz de superar la crisis económica contra la que batallaban. Esta tendencia mudó y los concursos cayeron a más de la mitad, denotando también un cambio en el perfil y capacidad de las entidades y negocios que los solicitan: cada vez es más frecuente dar con empresas que carecen de bienes o recursos incluso para afrontar el concurso y acaban irremediablemente en liquidación, sin intentar renegociar su deuda y desapareciendo.

Esta propensión no solo se extrae de los edictos publicados en el tablón del Juzgado de lo Mercantil 3 de Pontevedra, con sede en Vigo, sino que letrados especializados también lo certifican. "Como ya pasó lo más gordo de la crisis, se diría que ya estamos en fase de recuperación, las empresas que entran ya están para liquidar. Antes planteaban el concurso para salir adelante, intentar llegar a un convenio, y ahora directamente se opta por la liquidación y son de menor tamaño", sostiene el abogado y administrador concursal vigués Tomás Santodomingo.

Y es que resulta habitual encontrarse con empresas pequeñas con pocos trabajadores y sin recursos para hacer frente a las deudas que les reclaman, por lo que insistir en la vía del convenio resulta infructuoso. Así lo certifican fuentes judiciales, quienes reiteran que "la gran mayoría" de las entidades o negocios concursales terminan disueltas. Esta vía liquidativa agiliza por completo el proceso ya que al carecer de bienes que vender ni ser posible elaborar un convenio con los acreedores, quedan evocadas a la extinción casi al momento de ser declarado su concurso.

Esta máxima también queda reflejada en las estadísticas del CGPJ. De ellas se desprende que en los últimos años, el número de concursos que se concluyen ha ido en aumento, cifrando el año 2017 en 58 por los 36 del año anterior o los escasos 10 que se registraron en 2010. Al disolverse en el momento de su entrada en concurso, el procedimiento no se eterniza ante la dificultad de vender los bienes y derechos de estas sociedades, el enorme volumen de propiedades en juego o el hecho de que haya procesos judiciales paralelos.

Calificación

Otro de los aspectos a tener en cuenta es la calificación del concurso. Este puede ser fortuito o culpable atendiendo a la responsabilidad del administrador o gestor de la empresas en su quiebra. Cuando solo se procura la liquidación de la empresa al carecer de medios para afrontar las deudas, los empresarios no buscan una solución que salve a la empresa sino "echar el cierre" lo más rápido posible. "Lo importante de los concursos es entrar a tiempo, la responsabilidad está en los administradores, lo presentan tarde y por lo tanto, son concursos culpables ya que no se buscó ninguna solución de viabilidad, como una quita o un aplazamiento de pagos: buscan liquidar de la forma más fácil posible", sentencia Santodomingo.