El Servicio de Urgencias del Hospital Álvaro Cunqueiro amaneció ayer con 22 pacientes con orden de ingreso, pero sin cama disponible en el Chuvi a la que poder ser trasladado. El Sergas explica que, a lo largo de la mañana, les fueron asignando habitación a todos, aunque a última hora aún aguardaban a que quedaran libres, fueran aseadas o les trasladaran hasta ellas. Algunos llevaban en esa situación desde la noche del lunes, por lo que superaron las doce horas de espera.

Mientras tanto, en el complejo hospitalario hay 215 habitaciones cerradas por vacaciones de verano. La gran mayoría, en el Meixoeiro -180-, que mantiene sin uso la mitad de su hospitalización. Se mantiene clausurada la tercera planta -inoperativa casi todo el año-, una de las dos alas de la cuarta planta, la quinta completa y, desde el pasado viernes, también el ala 1 de la séptima, correspondiente a Geriatría.

El Álvaro Cunqueiro inició este fin de semana los cierres con las 35 camas de la planta 1, vela C, correspondientes a Cirugía General y Digestiva y Urología, que no recuperarán la actividad hasta octubre. Desde el 1 de agosto y durante mes y medio, el Sergas también prevé el desalojo de la unidad que comparten Neurología y Otorrinolaringología, en la planta segunda, vela E.

Urgencias del Álvaro Cunqueiro recibió el lunes más casos de lo que suele ser habitual en verano. En concreto, acudieron 415 personas reclamando atención. Esta es una cifra normal a principios de semana en invierno, pero no tanto por estas fechas.

La Dirección del complejo vigués mantuvo la programación de los cierres pese a las largas esperas para poder conseguir una cama en planta. Fuentes hospitalarias explican que la falta de puestos libres fue generalizado en los diversos servicios. El Sergas defiende que "la programación se mantiene con los criterios de agilidad que caracterizan a una organización como es el Chuvi, que habilita todos sus recursos en función de las necesidades de los pacientes, pero que hace un uso efectivo y eficiente de los recursos públicos".

Uno de los acuerdos de gestión para 2018 que la Consellería de Sanidade firmó en marzo con los responsables de las distintas áreas sanitarias es que los pacientes no esperen más de cinco horas para ingresar desde que acceden a Urgencias. Pero, claro, estos objetivos se miden por medias.

Según los últimos datos ofrecidos por el Sergas, al cierre de 2017, Urgencias del Álvaro Cunqueiro atiende a una media de 353 pacientes. El lunes recibió 415. Es un 17,6% más. Aunque la sobrecarga el primer día de la semana es algo habitual en invierno, se trata de una cifra algo elevada para ser verano. Sin embargo, la mayor parte fueron casos banales. Necesitaron ingreso una sexta parte -61 personas-.

Las camas disponibles en el complejo -y adecuadas a los casos que requerían ingreso- ya se agotaron el lunes por la tarde y los pacientes se fueron acumulando en las instalaciones del Servicio de Urgencias a la espera de que quedara algún puesto libre y ajustado a sus necesidades en hospitalización. Por ejemplo, puede que hubiera camas vacías en Pediatría o Ginecología, pero en ellas no podrían colocar a un varón adulto.

Ya eran 22 las personas que estaban en esta situación a las 8 de la mañana y, por la mañana, se fueron sumando más. Primero se las ubicó en las camas de observación, pero llegó un momento que empezaron a acumularse también en la zona de boxes.

A las 14.30 horas, el Sergas informó de que se les había asignado una cama a todos ellos. Eso quiere decir que sabían dónde los iban a ingresar con las altas concedidas a la largo de esa mañana, pero no significa necesariamente que ese puesto ya hubiera sido liberado por su anterior ocupante a esa hora, que ya estuviera aseada para su nuevo usuario o que le hubieran trasladado allí.

Fuentes del servicio denuncian que, además de las incomodidades que estas demoras suponen para los pacientes, también sobrecarga a los trabajadores del servicio de urgencias que, además de atender los nuevos casos que entran y vigilar a los pacientes que tienen en observación, tienen que hacerse cargo del cuidado de estos otros enfermos que debían estar en planta.