Fue el primer gran hotel de la fachada litoral viguesa. Su inauguración, el 29 de agosto de 1968 se vivió como un gran acontecimiento que situaba a la urbe olívica en el mapa turístico español. El evento tuvo como principales invitados al ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, y al alcalde de Vigo, Rafael Portanet. Según recoge la crónica de FARO de la época, "el propietario y promotor, el señor Jovito Lavandeira, pronunció un sentido discurso en el que expuso todo el historial de las instalaciones y las dificultades que en todo tiempo tuvo que vencer".

Para destacar la importancia del "Gran Hotel Samil-Playa", su dueño destacó el gran volumen de negocio generado en sus primeras jornadas de actividad: "En 33 días de explotación se ha efectuado un cambio de divisas que asciende a la cantidad de 290.270 pesetas en dólares, escudos, liras, marcos, libras esterlinas y francos". Un dato que aporta el amplio abanico de nacionalidades que por entonces recalaban en Vigo para disfrutar de unos días de descanso.

Lavandeira también quiso hacer hincapié en el efecto generador de empleo del complejo que supuso la contratación de un centenar de trabajadores fijos y hasta 140 en temporada alta.

En su discurso Fraga se mostró satisfecho por "inaugurar nuevos establecimientos turísticos en este paisaje incomparable de las Rías Baixas gallegas".

El hotel Samil se mantuvo como referente turístico durante cuarenta años pero el camino al medio siglo de vida resultó ser escarpado. En 2005, la cadena HLG solicitó ampliar la concesión y así realizar inversiones que permitieran al alojamiento mantener la categoría de cuatro estrellas. Sin embargo, el Gobierno local rechazó su petición porque no se recogía en los pliegos originales.

La concesionaria se vio obligada a cerrar durante casi un mes en 2012 debido a la caída de la ocupación. En octubre de 2013 pactaba un ERE con sus trabajadores y cesaba su actividad en la temporada otoño-invierno para contener las pérdidas. Era la primera vez, en toda su historia, que el gran establecimiento permanecía clausurado durante más de seis meses.

Finalmente, en marzo de 2016 cerraba sus puertas definitivamente. Sus 135 habitaciones se vaciaban para siempre. Ahora la cadena Attica21 propone devolverle la vida al histórico alojamiento pero cambiando su concepto y fisionomía: derribar la torre de 10 plantas para construir cuatro bloques de cuatro alturas que reducirían su impacto visual y se adaptarían al entorno.