La guerra entre el Chuvi y Galaria por las competencias en radiología se está visibilizando en la realización de las pruebas TAC. Los pacientes -la mayoría de ellos, oncológicos- lo padecieron la semana pasada, cuando les enviaron a casa sin hacer la prueba porque la empresa pública dirigida por la exconselleira Rocío Mosquera no quiso asumir su agenda. Ahora, se ha comprometido a hacer los informes posteriores sobre las imágenes, pero no a estar presente durante todas las pruebas. Se están realizando solo con el técnico y tutelado por el que radiólogo del Sergas que esté de guardia. La Consellería de Sanidade, de la que dependen ambos, rebaja estos problemas a "desajustes", pero les da un tirón de orejas al exigirles que solucionen "con una visión compartida".

El conflicto entre los radiólogos viene de lejos. Los del Chuvi eran los únicos de España que no tenían acceso a las resonancias, una de las pruebas más potentes de su servicio, porque la Xunta la puso en manos de una empresa pública desde 1996 -por entonces, Medtec-. Esto no solo limitaba sus posibilidades de investigación, sino que no podían ofrecer a los pacientes una atención integral y especializada por órganos, como sucede en el resto del país. Cuando en 2008 Sanidade la transformó en Galaria, la idea era que las resonancias, como el resto de servicios asistenciales, pasaran a manos de los profesionales del Sergas. Pero este paso se demoró y una de las responsables fue precisamente Mosquera, durante su etapa al frente de la Consellería.

Con Jesús Vázquez Almuiña, en 2016, aunque se aparcó la disolución del servicio de Galaria, llegó al fin el acuerdo para que los radiólogos del Chuvi pudieran hacer resonancias. Tardaron dos años más. Fue en febrero y el siguiente paso era que se repartieran el trabajo del resto de pruebas -TAC y ecografías- con Galaria. Empezaron la semana pasada y aquí es donde el enfrentamiento afectó directamente a los pacientes. A 12 -algunos citados desde hace 4 meses y otros con consultas oncológicas en días- los mandaron de vuelta a sus casas porque no apareció el radiólogo de la empresa pública. Tuvieron que regresar dos días después.

Los profesionales del Chuvi acusan a Galaria de "torpedear" el proceso. Un portavoz de la empresa pública justificó la semana pasada a FARO que el convenio que tiene suscrito con el Sergas "es para hacer resonancias magnéticas" y "la realización de otros procedimientos será objeto de los acuerdos a los que corresponda".

La Consellería pide disculpas a los pacientes afectados por esta guerra, pero rebaja los problemas a "disfunciones puntuales" y sostiene que "tendrán que ser corregidas desde el área de servicio compartido para que se produzca la integración efectiva". Destaca que "se ha avanzado mucho" desde febrero "en un proceso no solo de integración funcional sino, sobre todo, de adaptación de modelo de trabajo a una organización por órganos y sistemas" en "un cambio muy significativo".

La falta de pediatras en centros de salud, y su consecuente sobrecarga, provoca que más de la mitad de estos facultativos padezcan el síndrome del profesional quemado - burnout-. La denuncia es del sindicato médico CESM, que destaca que la situación "más crítica" se vive en el área de Vigo.

La central explica que al no haber sustitutos para permisos o vacaciones, les obliga asumir las agendas de los compañeros con prolongaciones e intersustituciones. Reprochan que, "en muchos casos", llegan a 50 pacientes al día, cuando no deberían ser más de 35. La representante de CESM Galicia, Herminia Vázquez, subraya que estas "interminables agendas" les impiden conciliar vida laboral y familiar.

Cuenta que en Vigo, la situación es peor porque los pediatras de tarde no solo atienden las urgencias de su cupo, sino también las de los compañeros de la mañana, algo que no se produce en otras áreas.

Vázquez responsabiliza a la Administración de esta situación por una "gestión nefasta" y reprocha que ahora pretenda responsabilizar de ella a los médicos. Pide compensaciones en forma de remuneración o días libres.