El peaje de la AP-9 entre Vigo y Redondela no solo grava el uso de un tramo que en la práctica funciona como circunvalación, entorpeciendo de paso la comunicación dentro del área metropolitana. Asesta además un golpe a la competitividad de los transportistas y el propio puerto, que ve cómo se cobra una tasa a los frecuentes desplazamientos que genera su actividad entre, por ejemplo, sus muelles en el centro de Vigo y la industria situada en Chapela. Esa situación contrasta con la que se vive en Punta Langosteira, una infraestructura portuaria con un volumen de actividad muchísimo menor que la que se registra en Vigo y que, sin embargo, dispone de una autovía construida para facilitar su enlace (la AC-15), un costoso vial de 83 millones de euros que además brinda un enlace libre al transporte portuario. El acceso al puerto exterior de A Coruña suma en total 5,1 kilómetros de longitud y dispone de tres viaductos y un túnel de cerca de 500 metros.

A pesar de esa gran inversión, el volumen de usuarios del vial parece estar muy por debajo de lo previsto. El enlace se inauguró hace menos de año y medio, en junio de 2016, y durante sus dos primeros meses -según las propias mediciones realizadas por el Ministerio de Fomento- registró apenas medio millar de vehículos diarios.

Ese volumen de demanda está muy lejos del anotado en Vigo. Los empresarios insisten de forma unánime en la importancia del tramo a Redondela para el transporte de mercancías. Solo el Concello de Vigo ha autorizado el paso de 800 camiones por Sanjurjo Badía para dirigirse a las industrias e Teis y Chapela. A ellos se suman los restantes vehículos pesados que circulan por la autopista y todos los particulares que usan el trecho Vigo-Redondela. Unos y otros se encuentran con el tramo más caro de las autopistas de peaje de España. Según un informe elaborado por la Asociación de Transportistas de Contenedores, Transfrío y Apetamcor en 2015, el peaje entre Vigo y Redondela supone para una rémora para las arcas de sus empresas de más de 366.600 euros: 321.500 en tasas y 54.100 por el sobrecoste que supone el rodeo de 30 minutos que dan los camiones por el centro de Vigo durante el trayecto de regreso para evitar el costoso canon.

La autovía a Langosteira no es el único enlace construido para facilitar la comunicación a infraestructuras con una baja actividad. La Xunta, por ejemplo, ha tenido que desembolsar 307.000 euros -no seis millones, como informó errónemante este diario- para abonar los terrenos por los que transcurre el acceso que conectará la Cidade da Cultura de Santiago con la AP-9. Aunque la obra es competencia de Fomento, la administración autonómica se comprometió -a través de la Axencia Galega de Infraestruturas- a entregar el suelo. En Santiago también destaca el uso libre que se puede hacer de la autopista como circunvalación de la ciudad.