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Instalaciones de la fábrica de conservas en 1994 // DE ARCOS

Una "joya" de la arquitectura industrial

El inmueble fue proyectado en 1928 por el arquitecto vigués Manuel Gómez Román - Hermenegildo, hijo de Bernardo Alfageme, impulsó su construcción

Fue en 1909 cuando el coloso de la conserva abrió su primera planta en Galicia. Lo hizo uno de los hijos de Bernardo Alfageme, Hermenegildo. El lugar elegido fue el Arenal, donde los buques desembarcaban en la playa, casi a las puertas de las conserveras. La Primera Guerra Mundial y el periodo de posguerra marcaron la época dorada de este sector, que vio como la demanda se disparaba, tanto para el suministro a combatientes como a poblaciones con cosechas arrasadas. Y fue entonces cuando la firma optó por levantar en Tomás Alonso la fábrica que el juzgado subasta ahora por 35 millones de euros.

La decisión de levantar este nuevo inmueble data de 1928 y su diseño se encargó al arquitecto vigués más destacado de la época: Manuel Gómez Román. La fachada principal se hizo hacia Tomás Alonso. En el mismo terreno se ubicó también la vivienda familiar. La otra parte, la de Beiramar, da a la Ría, lo que permitía entonces que las embarcaciones descargaran la pesca directamente a dos rampas por las que se introducía la materia prima en el edificio. Esta nueva instalación supuso un fuerte impulso para la empresa que la situó al nivel del emporio conservero de los Massó.

Posteriormente, en los años 50, la firma trasladó toda su producción a Vigo donde, junto con la marca Miau, su buque insignia, lanza otras como Eureka, Alfa, La Barrentina y Basa. En los años siguientes la empresa se expandió a otras localidades llegando a tener una plantilla de 400 empleados y una capacidad de producción de 150 millones de latas anuales y 50.000 toneladas de conservas.

El edificio está considerado como una de las pocas joyas de la arquitectura industrial que permanecen en pie en Vigo. Los Alfageme no solo apostaron por levantar el mejor complejo conservero de la ciudad, sino que en sus jardines ubicaron también el chalé unifamiliar en el que residían. El arquitecto Jaime Garrido y el historiador José Ramón Iglesias , en su obra "Vigo arquitectura Urbana", califican la fábrica como "ejemplo destacado de la arquitectura industrial viguesa" y destacan que "permanece sin alteraciones" .

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