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Alejandro Torres.// Joel Martínez

Golpe a los delitos contra menores en la red

Un proceso que no tiene por qué dejar secuelas si existe "apoyo y comprensión" de los padres

Los expertos concuerdan en que los progenitores deben enseñar a sus hijos a "defenderse del peligro de las nuevas tecnologías"

Como una "obligación". Así ven los expertos en psicología infantil y clínica el que los padres avisen a sus hijos de las amenazas que puede conllevar el uso de las nuevas tecnologías. La viguesa Diana Rodríguez, psicóloga y presidenta de la Asociación Amino (Abuso y Maltrato Infantil No Galicia), es tajante al respecto: "Es obligatorio para padres y educadores enseñar a los jóvenes a defenderse del peligro de las nuevas tecnologías".

Con ella coincide Fátima Alonso Virulegio, con más de 30 años de experiencia en psicología clínica en Vigo. "Es muy importante que los padres pregunten a sus hijos qué páginas visitan, con quién hablan y sobre qué. Que les hablen de los riesgos de internet", donde este delito "está siendo cada vez más habitual". A su juicio, "apagar el ordenador no soluciona el problema". "La prevención", proclama, "es la mejor arma para luchar contra el acoso".

El psicólogo Alejandro Torres se suma a esta perspectiva: "Hay que controlar sin llegar a ser inhibitorio ni maniático. Hay que transmitir que internet tiene cosas positivas pero otras muy peligrosas, ante las que los menores son los más indefensos y vulnerables". La clave, subraya, es que haya una "comunicación y confianza suficientes para que el joven pueda llegar a contarles a sus padres que le ha ocurrido algo". Lo mismo indica Diana Rodríguez: "Es imprescindible que mantengamos una buena relación de afecto y comunicación que les permita acudir a nosotros".

Eso sería el antes. Pero también una vez que se produce el problema, el acoso o el abuso, los progenitores vuelven a ser los principales protagonistas. De su "reacción" y su "labor", defiende Torres, dependerá, en buena medida, que las niñas que sufrieron prácticas de abuso sufran o no secuelas. "Los padres tienen que hablar con la chica, intercambiar todas las impresiones posibles y darles todo el apoyo", indica.

Diana Rodríguez lo suscribe: "Los padres tienen que entablar un diálogo constructivo con su hija para poder aceptar y superar juntos esta situación". Para Fátima Alonso, la reacción de los padres es clave. "Puede causar mucho daño o mucho beneficio y es una de las variables que más va a influir en la recuperación", señala. "A veces, sin proponérselo, la familia interroga al niño y de alguna manera lo culpa por no haberles comunicado antes lo sucedido", previene, por lo que sugiere no interrogar al menor.

Para Torres, en ciertos casos con la familia podría ser suficiente, siempre que esta construya "un entorno de comprensión y apoyo suficiente y de permitir al menor hablar de todas las cosas": "cómo se generó, qué le llevó a ello, qué le dijo, cómo se siente, toda la situación emocional..." Rodríguez cree que "habrá familias que necesitarán apoyo para gestionar su dolor y desconfianza" y Alonso defiende que "la intervención por parte de expertos es necesaria". "En cualquier caso", recalca, "la pauta es intentar seguir con la vida normal, apoyar al menor y proporcionarle tranquilidad y confianza".

Que haya secuelas o no también dependerá de la "fortaleza básica previa" de la niña afectada, subraya Torres, de su capacidad para sobreponerse, lo que los especialistas llaman "resiliencia". Concede que en los casos más "negativos" pueden quedar secuelas a nivel de "inseguridad", de "temores a futuros contactos de pareja" o "susceptibilidad frente al posible engaño". Rodríguez también piensa que algunas niñas podrían superarlo sin ayuda profesional, mientras que otras "pueden llegar a desencadenar cuadros ansiosos o de estrés postraumático". Esta experta enfatiza una vez más en que "es muy importante que se sientan arropadas por sus seres queridos y facilitarle herramientas para que sepan que son capaces de superar su dolor".

Los menores pasan por una situación muy difícil, a la que se suma la presión de ser víctimas de un chantaje. Alonso cita algunas posibles secuelas y apunta que para evitar las más graves, que "afectan tres veces más a las niñas que a los niños, hace falta descubrirlo a tiempo y que los niños sean tratados por los expertos y que reciban el apoyo de la familia". "Si no se vence el abuso", advierte, "pueden aparecer dos secuelas que pueden durar toda la vida: una deficiente imagen personal, con sentimientos de culpa y de inseguridad en sí mismo, y una incapacidad para sentir confianza en los demás".

Si los padres reconocen algún síntoma de que puede estar dándose un abuso, deben "dialogar con el menor de manera constructiva sin juzgar ni acusar, sino con apertura y confianza, acudir a la Policía y denunciar lo sucedido", explica Rodríguez, quien cree que el hecho de que el abuso "siga siendo un tema tabú no beneficia a nadie". Coincide con ella Alonso: "Siempre es necesario denunciar". De lo contrario, avisa, los padres impiden que sus hijos "puedan liberarse del trauma".

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