Mata Hari, la célebre bailarina fusilada en Vincennes, el 15 de octubre de 1917, al ser condenada por el Tribunal Militar de París de espiar para Alemania y haber causado la muerte de miles de soldados franceses en la Gran Guerra, estuvo en Vigo, en cuatro ocasiones. Se hospedó en el Hotel Continental, el más lujoso de la ciudad, ubicado al lado de la calle A Laxe, frente a la estación marítima.

Vigo era un puerto muy frecuentado, aunque habían dejado de llegar buques de los Imperios Centrales (Alemania y Austria-Hungría y sus aliados), desde el comienzo de la guerra, en agosto de 1914. Tras los primeros meses de conflagración, debido a la neutralidad española, los vapores de las grandes compañías navieras volvieron a recalar en la bahía en los viajes continentales o hacia América. La estadística portuaria del mes de mayo de 1916, registra que entraron en Vigo 134 buques.

Pese a ser uno de los personajes más famosos de la época, de cuya biografía se dice que existen tantos libros como de Napoleón en la Biblioteca Nacional de París, nadie en la ciudad se percató de que se trataba de la renombrada artista - la primera que practicó en Europa el striptease-, porque viajaba con nacionalidad holandesa y su nombre de pila, Margaretha Gertruidha Zelle MacLeod.

Había nacido en 1876, y en este año cumpliría los cuarenta. Ya no era la "estrella" aplaudida en los grandes coliseos europeos, y en el Kursal de Madrid, en plenitud del éxito. Pero era seguida y vigilada por todos los servicios secretos: el francés, el inglés y el alemán.

En una de sus recaladas en Vigo tuvo un encontronazo con el espía Henry Hoedemaker, un judío holandés que trabajaba para los británicos, y en su última estancia, de paso hacia Madrid, contactará con otro agente francés. Ambos encuentros prueban la atención que le prestaban los servicios secretos, pero también la importancia que había alcanzado Vigo, puerto neutral y fronterizo, para el espionaje.

Como ella misma afirmará durante los interrogatorios: "España está llena de espías alemanes". También de los países aliados. Y Vigo era una de sus bases.

Sorprende que un personaje tan popular haya pasado inadvertido, en un Vigo que rondaría los cincuenta mil habitantes - el Anuario Estadístico de 1920 cifra en 53.091 la población-, tras haber estado cuatro veces, donde pernoctó en ocasiones y paseó por el malecón.

Sus estancias viguesas se dan a conocer durante los interrogatorios del fiscal militar, Pierre Bouchardon, y a los que la sometieron los jefes del espionaje francés, Georges Ladoux y británico, sir Basil Thomsom. Ambos lo relatarán, con distintos puntos de vista, en las respectivas Memorias que escriben.

Era tal el grado de magnetismo que desprendía sobre cuantos la conocían que unos reflejarán en libros, algunos de memorias, su relación con ella, y otros harán declaraciones a los periodistas que les interrogaban sobre esos encuentros. Ninguno de ellos olvidó su experiencia con Mata Hari, la misteriosa y fascinante artista.

Greta Garbo es Mata Hari

Los vigueses, sin embargo, llenarían las butacas del cine en noviembre de 1932, cuando se estrena en la ciudad la película "Mata Hari", interpretada por Greta Garbo - "su obra más hermosa y emocionante", se leía en los anuncios-, con Ramón Navarro, Lioney Barrymore y Lewis Stone de coprotagonistas.

La película llevaba este reclamo: "Mata Hari vivió para causar millares de muertos y murió por el amor de un solo hombre". O éste: "Mata Hari es un episodio auténtico de la Gran Guerra que estremeció al mundo por su dramatismo".

Pero tampoco aparecía el nombre de Vigo en la película, que consiguió audiencias de récord, al abarrotar los espectadores en todas las sesiones el "García Barbón", donde se exhibía. Los vigueses, cuentan las crónicas, siguieron apasionados las peripecias de la espía Mata Hari, a la que se atribuía la muerte de decenas de miles de soldados franceses durante la Gran Guerra.

A las funciones previsiblemente hayan asistido personas que la habían visto llegar o salir de Vigo, en los barcos, en la estación de ferrocarril, en el Hotel Continental, la hayan tratado o se hayan cruzado con ella paseando por la ciudad, quince años antes. Pero nadie llegó a reconocer a Mata Hari.

La ruta ibérica

A tenor del expediente judicial, y de los testimonios de diversos autores que escribieron sobre ella, las estancias en el puerto y la ciudad de Vigo se produjeron entre enero y diciembre de 1916, año de gran agitación en los frentes y de enorme mortandad. La causa de su repetida presencia, se debe a las dificultades de navegación por el Canal de la Mancha, y de trasladarse directamente de un país en guerra a otro por las fronteras terrestres. Pero sobre todo por el veto de los ingleses a que Mata Hari viajase desde sus puertos, por sospechar de ella.

De ahí que el paso a través de Vigo - la llamada ruta ibérica-, puerto donde recalaban los barcos de los países aliados, fuera la alternativa para quienes querían ir de un territorio continental a otro.

Paradójicamente, mientras Europa se desangraba, Vigo vivió durante la I Guerra Mundial un periodo de bonanza para sus productos manufacturados - especialmente la conserva-, y materias primas gallegas, que se exportaban por el puerto. En la II Guerra Mundial, el mineral más demandado y exportado será el wolframio. Pero la principal fuente de ingresos era el movimiento portuario de mercancías y de pasajeros.

El Hotel Continental, el más elegante y suntuoso - fundado en la última década del siglo XIX y que prestó servicio hasta 1966, en que cerró para ser demolido y convertirse en un edificio de viviendas-, es en el que se alojaban los viajeros de primera clase, y lugar de confluencia del espionaje.

Mata Hari llega a Vigo siempre de paso hacia otro destino. La primera vez ocurre en enero de 1916, en viaje a Holanda con una breve escala en Falmouth - puerto en que recala el día 16-, con final en Amsterdam.

No podía hacer sus viajes desde Inglaterra - los británicos no le otorgaban el preceptivo salvoconducto para cruzar en ferry el canal de la Mancha-, donde se la tenía por espía al servicio de Alemania. La razón de esta sospecha es que la bailarina se encontraba en Berlín cuando comenzó la contienda, en agosto de 1914, y había mantenido relaciones con militares vinculados a los servicios de inteligencia germanos. La leyenda la describe de paseo por Berlín en calesa con el jefe del espionaje alemán el día en que estalló la guerra.

Esta anécdota dio pie a los británicos a considerarla espía, aunque durante un tiempo la confundieron con otra famosa agente germana, Clara Benedix, que operó en Madrid.

Al impedírsele realizar el viaje entre Francia, Inglaterra y Holanda en ferry, Mata Hari, se inclinó por la ruta ibérica, y el primer recorrido a través de Vigo fue hacia Amsterdam, con destino La Haya. Aprovechó su paso por Vigo para trasladarse a Lisboa, ya que existe una postal dirigida a un antiguo amante, que había sido diplomático en la capital lusa, fechada en esa ciudad.

Su mala posición económica - por su tendencia a gastar más de lo que ingresaba-, y su encandilamiento de un joven oficial ruso, al que conocerá esa primavera en París, es lo que la impulsarán, en el mes de agosto, a entrar en contacto con los servicios secretos franceses, y a ofrecerse por dinero - un millón de francos, pedía- a espiar a un alto mando del ejército alemán en Bélgica, país ocupado por los germanos. Su contacto francés, con quien mantiene las negociaciones, y cuyos informes serán claves para la condena de Mata Hari, es el capitán Georges Ladoux, protegido del general Joffre, jefe del Estado Mayor francés.

Tras pasar unas semanas en La Haya, se propone regresar a París, pero, pese a solicitarlo por vía diplomática holandesa, los británicos le niegan el paso por Inglaterra a Francia, y tiene que repetir la ruta ibérica.

Mata Hari embarca en Amsterdam en el "Zeelandia" - uno de los barcos que en aquella época atracaban con frecuencia en Vigo-, y navega hasta Falmouth (Inglaterra), puerto donde se revisaba el pasaje. En el viaje conoce a Hoedemaker, de origen judío, que según comentó a otros viajeros, vigilaba a Mata Hari, a la que denunció a las autoridades inglesas, que no pusieron inconvenientes a su paso. Del puerto inglés, el "Zeelandia" prosiguió rumbo a Vigo.

En la travesía, algunos viajeros le dijeron que Hoedemaker había entrado en su camarote para registrarlo. Al enterarse Mata Hari, se lo recriminó, y aunque él lo negó, le propinó una bofetada con tal fuerza que le hizo sangrar. El espía juró vengarse. Fue por lo que, al llegar al puerto de Vigo, Mata Hari pidió a otros pasajeros que también descendían a tierra que la acompañasen hasta el Hotel Continental, donde iba a pernoctar, por temor a que Hoedemaker, que la vigilaba, cumpliese su amenaza. Dos pasajeros, un americano y un holandés, la acompañan hasta el hotel y no la abandonan hasta que entra en su habitación. Era el 3 de junio de 1916.

Según informa la sección del Puerto de FARO DE VIGO del día siguiente, el "Zeelandia" , del Lloyd Real Holandés, arribó procedente de Amsterdam, con destino a Brasil, Montevideo y Buenos Aires. Llegó a Vigo con 25 pasajeros y 115 en tránsito. Aquí embarcaron 56 nuevos pasajeros y 13 sacas de correspondencia. Para su consumo, tomó 300 toneladas de agua y 100 de carbón .

Al día siguiente, la bailarina - tenía 40 años, y la última vez que había actuado había sido en marzo de 1915, en Arnhem; ya no volvería a presentarse ante el público-, tomaría el tren para Madrid, ciudad en la que había bailado con enorme éxito, años atrás, cuando estaba en pleno esplendor. De Madrid, a través de Hendaya, volvió a París.

En la capital francesa, Mata Hari comienza a ser seguida por dos inspectores de policía, de cuyos informes se conoce de forma exhaustiva todos los pasos que va dando y las personas con las que se encuentra. Entre ellos, el joven oficial ruso Vladimir de Masloff (Vadim lo llamaba en sus cartas), en un viaje de reposo del frente. Su enamoramiento y el deseo de volver a verlo, cuando regresa a las trincheras, y cae herido, la mueve a entrar en contacto con el servicio de espionaje francés, al mando de Ladoux Quería conseguir un permiso para el balneario de Vittel, zona próxima al frente, donde estaba su enamorado ruso, y después de varias tentativas lo logra.

De vuelta a París, concierta con Ladoux el viaje a Bélgica, para el gran golpe: enamorar al alto mando alemán y conseguir información sensible de la marcha de la guerra Al no poder viajar directamente a través de Inglaterra a Holanda, desde donde pasaría a Bélgica, vuelve a repetir la ruta ibérica.

Últimas estancias en Vigo

En tren, viaja a Madrid, donde se encuentra en el Hotel Ritz con militares y políticos españoles. Según informaciones que se presentarán en el juicio, aportadas por espías - España era un nido, y el Ritz, más-, Mata Hari hace dos llamadas telefónicas. Una de ellas al cónsul alemán en Vigo.

(En Vigo siempre hubo una pequeña colonia alemana, formada por los empleados del Cable alemán, del personal de las navieras, del Consulado y otras empresas. En 1933, cuando se celebraron las elecciones que encumbraron a Hitler, votaron en Vigo 60 alemanes, lo que supone que habría una colonia que rebasaba el centenar, incluidos los niños y adolescentes y los que no quisieron votar.)

De Madrid Mata Hari se traslada en tren a Vigo, para tomar el vapor "Hollandia", rumbo a Amsterdam, de donde pretendía pasar a Bélgica. El "Hollandia" era otro de los barcos que frecuentaban el puerto. Pero tampoco llegaría a Holanda, puesto que al recalar en Falmouth es detenida por la guardia fronteriza, al ser confundida con la espía Clara Benedix. Pese a que el capitán del "Hollandia" advirtó: "Están cometiendo un gran error. Esta mujer es la pasajera más popular que llevamos a bordo".

Desembarcada, junto con el voluminoso equipaje que la acompañaba, es conducida en tren a Londres, donde será interrogada por tres agentes de Scotland Yard, y finalmente por un alto jefe del espionaje inglés, sir Basil Thomson, que años después escribirá unas Memorias, en las que Mata Hari vuelve a ser protagonista.

Las conversaciones con estos agentes de la inteligencia jugarán en su contra en el juicio, en el que parece que todo se concita para llevarla ante el pelotón de fusilameinto, y donde practicamente no tuvo ningún defensor, salvo su abogado Clunet, un viejo admirador. Parecía que un personaje como la célebre bailarina era la cabeza de turco ideal para saciar las ansias de desquite por la muerte de tantos miles de soldados franceses en el frente y lo mal que lo pasaba Francia en la guerra.

Pero era el mes de noviembre y Mata Hari todavía está detenida en Londres. Tras una protesta del embajador holandés, los británicos, sabedores de que no era la espía que ellos decían, la dejan en libertad, pero ya no se dirige a La Haya, sino que toma un buque de regreso a Vigo para trasladarse a París.

Mata Hari embarca en el "Araguaya" en Falmouth, con su voluminoso equipaje, y llega a Vigo el 6 de diciembre. Según la sección del Puerto, de FARO DE VIGO, viajaban 2 pasajeros de cámara y 18 de tercera clase, procedentes de Inglaterra. Llevaba 58 en tránsito, y aquí embarcaron 55, con destino a los puertos de Bahía y Río de Janeiro.

El trasatlántico está comandado por un capitán que hacía años que no atracaba en la bahía Mr. W.J. Dagnall, y viaja en él su consignatario y agente general de la Mala Real Inglesa en Vigo - una de las principales navieras-, Estanislao Durán. Es por lo que sorprende que no haya trascendido la presencia de la artista entre el pasaje.

Como el "Araguaya" tenía que hacer operaciones de carga que lo ocupaban varias horas en los muelles, capitán y consignatario descendieron a tierra y visitan la Casa del Faro, cita habitual de los viajeros importantes. Allí Mr. Dagnall formula unas interesantes propuestas para que, tras la guerra, Vigo no se quede atrás, "puesto que los italianos tienen el propósito de navegar con barcos de 18.000 o más toneladas, y hacer los viajes directos entre Sudamérica y Barcelona". Vigo necesita dotarse de "algo tan indispensable como un muelle para trasatlánticos y que haya una línea férrea de comunicación rápida con la frontera francesa".

Mientras esto ocurría, Mata Hari se alojaba en el Hotel Continental, y allí era abordada por el secretario del consulado holandés de origen francés, Mr. Martial Cazeaux, un espía a quien relata lo que le había ocurrido en Inglaterra, y con el que traba amistad, hasta contarle su relación amorosa con el oficial ruso: el capitán Masloff. Entre otros comentarios le dice que en el buque viajaba un matrimonio belga, los Allard, de los que la mujer era espía alemana y el marido, británico. Un comentario que será causa de condena en el juicio, meses después.

Mata Hari vuelve a encontrarse al día siguiente con Cazeaux, mientras paseaba por el Malecón. Y éste le dice - sin duda ya había transmitido su conversación de la víspera- que tenía posibilidades de reunirse con un alto oficial ruso en Madrid, que podría solucionarle el problema de su enamorado.

(Aún no había estallado la Revolución de Octubre, y los rusos eran aliados de los franceses en la guerra.)

En recuerdo de esta conversación, y cuando ya esté en la capital francesa, antes de ser arrestada, Mata Hari escribe a una carta a Cazeaux a Vigo. También escribirá otra misiva a Vigo, a un tal Sr Lascaret - ambas cartas constan en los expedientes del juicio -, con el que habría tenido algún tipo de relación.

En Madrid, de paso hacia París, Mata Hari, para compensar el fracaso de no haber llegado a Bélgica, quiere aprovechar su "oficio" de espía con que ofrecer resultados a Ladoux. Entra en contacto con un agregado militar de la embajada alemana - un espía-, el capitán Arnold Kalle, a quien se presenta como Zelle MacLeod, con el que tiene una relación, y a quien sonsaca. Pero este contacto será funesto, ya que será el principal causante de su trágico final. El alemán le tiende trampas que le convencen de que es espía enemiga, y transmitirá informes que la comprometen.

La primera sospecha para su detención parte de un radiograma, enviado desde Madrid a Berlín por Kalle, en el que informa que la princesa Bonaparte, esposa de Jorge de Grecia, utiliza las relaciones íntimas con el primer ministro galo Briand, para conseguir que Francia respalde el ascenso de aquél al trono heleno. Este y otros mensajes, captados por el servicio de escucha de la Torre Eiffel, y descifrados por los criptógrafos, sólo podían provenir de alguien como Mata Hari, a quien los alemanes daban el nombre clave de H 21, concluyeron desde el espionaje francés.

La reiteración de mensajes en morse, con informaciones atribuídas a H 21, son la causa de su detención el 14 de febrero de 1917, y su ingreso en la prisión de Saint Lazare de París. Sólo saldrá para ser interrogada por el fiscal militar Pierre Bouchardon y ser sentenciada a muerte por el Tribunal de Guerra, que se reunió el 24 de julio, ante una nube de periodistas y con una multitud en la calle.

De los ocho cargos que le imputó el fiscal, uno de ellos "la divulgación del nombre de un agente al servicio de Inglaterra", se produjo en Vigo.

Mata Hari reconoció en los interrogatorios haber filtrado los rumores que circulaban a bordo del barco de que Allard era un agente británico. "Incluso lo comentó a varias personas en Vigo después de desembarcar allí".

De las múltiples versiones que se cuentan del final de Mata Hari, circula una, bastante verosímil, de que el personaje molestaba tanto a los alemanes como a los ingleses, y decidieron eliminarlo. Aunque el misterio se extiende hasta el punto de que, después de decenas de libros, de miles de artículos, de innumerables testimonios de cuantos la conocieron, la siguieron minuto a minuto - hubo dos parejas de policías franceses, en diversas etapas, vigilándola-, abrieron su correspondencia, hablaron con taxistas, recepcionistas de hotel, camareros, modistas, peluqueras..., a pesar de tantos datos escritos y gráficos, aún hoy nadie se atreve a aseverar si Mata Hari fue una espía - espía auténtica, no "aficionada", que sí lo fue- y si espió para los alemanes o para los franceses o si fue agente doble y lo hizo para ambos bandos.

Sigue siendo un misterio sin resolver, tras lanzar un beso al pelotón de fusilamiento, en Vincennes, en la madrugada del 15 de octubre de 1917, antes de que el oficial bajase el sable y sonase la descarga. Nadie reclamó su cadáver.

P. D. Los datos y fechas de las estancias en Vigo de Mata Hari constan en la documentación del juicio, cuyo voluminoso expediente pese a ser declarado secreto durante cien años - hasta el próximo 2017-, fue desvelado al historiador y periodista americano, Russell Warren Howe. Sus datos, confrontados con la sección del Puerto que publicaba Faro de Vigo, coinciden. Los nombres de los barcos en los que viajó Mata Hari, sus fechas, procedencia y destino son los mismos.Ceferino de Blas