Durante dos años y de forma ininterrumpida acudió a su cita diaria con el café de sobremesa en una cafetería de la ciudad y el cuadro numérico de FARO. El complejo pasatiempo -"Es más difícil que el sudoku. Siempre me lo encontraba en blanco"- retó a su curiosidad y Jesús Fernández, ingeniero industrial de profesión, se propuso hallar las reglas ocultas "en medio del caos". Su constancia se materializó en un logaritmo que permite a cualquier lector resolver en todos los casos y en menos de media hora -5 minutos si ya se tiene práctica- un crucigrama cuya resolución puede demorarse horas e incluso días. "O no aparecer nunca o tan solo en unos pocos segundos si tienes mucha suerte", apunta.

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