María Flora Vila es una de las usuarias que ha decidido continuar con el servicio de teleasistencia a domicilio aunque les suponga un quebranto económico a final de año. "Lo estuvimos hablando y es imprescindible para que pueda seguir viviendo sola. Es imprescindible y no nos queda más remedio que pagar", relata María Luisa, su vecina y persona de contacto a la que avisa la centralita del servicio en caso de accidente. Flora tiene 87 años y reside sola en Ricardo Mella. Tras un asalto que sufrió hace más de un año, reconoce que la pulsera le ayuda a no tener miedo. "Es una cuestión de seguridad y deberían recortar en otros gastos pero no en algo tan fundamental para población vulnerable", advierte su cuidadora.