Dejamos atrás la playa de Canido y hallamos entre su Club Marítimo y Punta Sobreira, en el borde litoral de lo que los vigueses conocen como "carretera cortada de Canido", un arenal de medio kilómetro: el de Xunqueiro o Fuchiños, playa de mucha tradición familiar ahora acosada en verano por la demanda.

Ahí, en esa línea recta, pasada la playa de Canido, aparece una zona formada por residencias unifamiliares de lujo sobre un gran arenal, que recibe diferentes nombres según sus tramos, como Fuchiños, Areal do Xunqueiro, O´Caranguexo, Barxa de Oia, Tendales... Podríamos decir que, primero, el arquitecto Gómez Román construyó su chalé, La Xeitosa, y luego vino todo lo demás. Eso fue en 1926 pero a partir de ese año esa franja marítima que los vigueses llamamos de la "carretera cortada" empezó a poblarse de casas de veraneantes y luego residentes que dieron un tono apellidócrata a esa hermosa zona salvaje al borde de la playa de Fuchiños.

Dicen que, aparte de los nativos del lugar, los descubridores de sus posibilidades fueron Ángel Núñez y el mismo Gómez Román, como también dice la leyenda fuchiñense que los terrenos los ganó este último a Echegaray en un "chamelo", un modo de dominó. Leyendas.

Vaya usted a saber cómo pero el caso es que, tras el chalé "La Xeitosa", vino el de Álvarez Nóvoa y, a partir de los 30 y los 40 del pasado siglo a ese núcleo en torno a la playa de Fuchiños que Genaro Borrás llamaba "Manhattan" se fueron estableciendo sagas familiares como la de los Cerqueira, Eraso, López Valcárcel, Molins, Cominges, Núñez, Echenique y Vázquez de Parga (descendientes de Gómez Román), Beamonte, Borrás, Fadrique, Rey..,

Fue más tarde, abierta carretera en la zona y salida al mercado una bolsa de terrenos producto de la quiebra de la promotora principal de la zona, cuando aparecen nuevos residentes como Martínez Calvo, Alvariño, Enrique Lorenzo, Amor, López Corona... Xosé M- Souto, el mayor investigador del crecimiento del Vigo contemporáneo, dice que en Canido asistimos, entre 1960 y 1980 y aún antes, "a la práctica de una urbanización parcial, de las pocas que siguen las normativas del planeamiento en Vigo, cuya legitimidad es consecuencia de una estrategia de la burguesía local para consolidar una zona residencial suya en este barrio".

En aquella etapa en que todos se conocían se tenía por costumbre dejar las zapatillas en la rotonda que da acceso a la playa, porque era de unos pocos su uso y disfrute. Aún algunos las dejan, a pesar de la invasión progresiva a partir de los 90 por conductores desesperados que llegan allí tras intentar aparcar en playas anteriores. Y es que era (y aún es) una playa familiar en que los padres se ponían a un lado y los hijos a otro, pero ninguno dejaba de estar vigilado.

La playa tiene sus incomodidades pero no le falta su magia. Y tiene también esta playa, antes más grande pero ahora acosada por la progresiva urbanización, memoria de naufragios como el de 1989 que nos cuenta Rafael Calvo, aunque de poca envergadura. A Fuchiños la sitúa la microtoponimia local donde ahora está el Náutico de Canido, "pequeña, llena de rocas", donde antaño iba la "fochanca" de las conservas Curbera; "Xunqueira" llamaban a la siguiente porque había muchos juncos que llegaban hasta lo que hoy es carretera; la otra, Barsa de Oia, fue lugar de contrabando de tabaco y café (ahora daría risa a los narcos), que se guardaba según algún vecino en un pozo de Toralla; en la de Los tendales se extendían las algas que recogían carros para el abono....

¡Cuántos recuerdos podrían contarnos los naturales de la zona, cuántos del último medio siglo los que fueron poblando esa línea litoral, primero para veraneo y luego para hacerla residencial!