La Asociación Viguesa pola Memoria do 36 reclama la retirada de la Cruz de O Castro, inaugurada por Franco el 14 de septiembre de 1961. El colectivo –"Vigués Distinguido"– ya ha iniciado una campaña de recogida de firmas que entregará en el Registro del Concello para que se cumpla la ley de la Memoria Histórica y elimine un monumento que califica de "testimonio da ignominia e vergoña do municipio".

Esta asociación denuncia también que el alcalde ha hecho caso omiso hasta ahora a sus peticiones para que convoque el Consello Local da Memoria, del que forman parte y que sólo se reunió para su constitución. En uno de los escritos, enviado hace ya casi año y medio sin obtener respuesta, señalan que una de esas funciones de esa comisión es velar por el cumplimiento de la ley de la memoria Histórica, uno de cuyos apartados se centra en la retirada de la simbología franquista, "y la Cruz de O castro es un monumento de innegable exaltación de la sublevación militar y de la dictadura que le siguió".

La Asociación Viguesa pola Memoria do 36, reconocida como "Vigueses Distinguidos", considera que el citado monumento debe ser retirado "por su tamaño, su ubicación frente al Concello y en un parque público, por su sentido religioso en un Estado que se declara aconfesional, por su impacto visual contaminante y especialmente por su significado político de exaltación del franquismo"

La erección de una "Cruz de los Caídos" fue un proyecto promovido por la Jefatura Local de la Falange ante el Concello, proponiendo como emplazamiento la falda de O castro. En agosto de 1959, la Comisión Permanente reunida en sesión extraordinaria, con el único voto en contra del Teniente de Alcalde Varela Grandal –que propuso que se instalara un cruceiro– encargó a la administración municipal el desarrollo de este proyecto que fue realizado por el arquitecto municipal Bugallo Orozco.

Dos diseños

Hubo dos diseños. El primero más sencillo, con una pequeña plazoleta delante de la cruz, fue presupuestado en 100.000 pesetas de esa época. El segundo, en 1961, contemplaba ya la actual cruz de doce metros de altura, y su coste rondó el millón de pesetas.

Durante el mandato de Manoel Soto se retiró toda la simbología franquista y la Cruz pasó a ser considerada un monumento a todos los fallecidos durante la guerra civil.