Hace dos años que la comunidad de sordos agitó sus manos por encima de la cabeza para aplaudir en la lengua de signos que ésta se convertía en oficial. Dos años después, la alegría ha dado paso a la frustración y la igualdad sólo está garantizada sobre el papel. En el mundo real, los niños con problemas auditivos no pueden elegir colegio y los intérpretes en la Administración, los tribunales o la sanidad brillan por su ausencia.

Setenta y seis mil gallegos tienen problemas auditivos y doce mil de ellos poseen el certificado de invalidez. La Xunta, que tiene transferida la legislación, atribuye su falta de desarrollo al "tira y afloja" entre Educación y Benestar durante el bipartito, pero tampoco avanza plazos. Mientras tanto, son los colectivos de sordos los que intentan llegar allí donde fallan los políticos y avanzan paso a paso hacia el reconocimiento de sus derechos.

La asociación de Vigo tiene adscritos a cinco intérpretes que prestan de forma gratuita sus servicios a todos los sordos de la provincia de Pontevedra y que son, a todas luces, insuficientes. "Las leyes sin presupuesto no se pueden pasar a la realidad. Dos años después, no ha habido ningún cambio. Seguimos luchando para que se den cuenta de que existimos", lamenta su secretario general, Antonio Castro.

Los contratos de los traductores están subvencionados por el Concello vigués y la Federación Gallega de Sordos. Sólo dos de ellos atienden en horario de oficina a los setenta usuarios del servicio en la ciudad y los acompañan a las consultas médicas, reuniones de padres en los colegios o durante la realización de gestiones en instituciones o bancos.

"Si alguien se encuentra mal de noche, tiene que ir a Urgencias solo y explicar lo que le pasa sin ayuda. La ley garantiza intérpretes en los hospitales, pero no los hay. Las barreras de comunicación no se han roto", denuncia Castro.

Los sordos tampoco disfrutan de su ocio en igualdad de condiciones. Ningún cine de Vigo proyecta películas subtituladas y la asociación financia las únicas obras de teatro con interpretación simultánea. Gracias a sus demandas, las cadenas de televisión también traducen sus contenidos, pero el ejemplo no ha cundido en el canal público gallego.

"Hace diez años que la confederación española comenzó a presionar para que se incluyesen subtítulos, pero nosotros nunca vemos la TVG porque no los tiene".

Uno de los ámbitos en los que la igualdad está más lejos es la educación. Sólo un colegio en Vigo, el Escultor Acuña, cuenta con intérpretes para alumnos sordos.

El cumplimiento de la ley conllevaría la creación de un considerable mercado de empleo y, como consecuencia, más posibilidades de formación como intérpretes. En Galicia sólo existe un centro público para estudiar la lengua de signos: el instituto de Ánxel Casal de A Coruña. En el ámbito privado, la Escuela de Enfermería de Povisa y un centro herculino también imparten esta titulación.