Goteras sobre la mesa de operaciones, falta de servicios básicos como baño o agua, incumplimiento de las normas de seguridad contra la exposición de agentes biológicos y más de 300 gatos amontonados en apenas 80 metros cuadrados. Ésta es la situación en la que se encuentran los felinos del refugio municipal de A Madroa y en la que trabaja la única veterinaria que se encarga de sus cuidados. La denuncia la eleva la agrupación que se encarga de la gestión del recinto, Proyecto Gato, que esgrime un informe de los técnicos de Riesgos Laborales para exigir un cambio "urgente" de las instalaciones.

La responsable de coordinar el refugio municipal en el que se acoge a los gatos abandonados en la ciudad, Beatriz Alonso, reclama al Concello la búsqueda "inmediata" de un nuevo recinto, y advierte que el estudio de los técnicos califica el actual de "tercermundista".

"En el interior los gatos se amontonan por todas las dependencias y hay goteras; una de ellas que baja por el fluorescente que está sobre la mesa de operaciones. Otra cae sobre la nevera donde hay permanentemente un recipiente para recogerla, con el riesgo de contacto eléctrico", advierten los técnicos.

"No cumple con ninguna regla de higiene, ni de condiciones de trabajo. De cara al verano la situación se agrava, ya que el techo acumula calor, el olor es más fuerte y probablemente los microorganismos, parásitos, etcétera tengan unas condiciones más favorables para su crecimiento y reproducción", concluye el informe.

Pero la situación no sólo desborda la capacidad de actuación de la única veterinaria que tiene el recinto y que debe atender a los más de 300 gatos que hay en la actualidad, como aseguran los gestores. Las condiciones en las que viven los animales también es de "riesgo". "Durante el último año y medio no hemos hecho más que cargarnos de gatos en una situación deplorable. Sólo hay dos habitaciones cubiertas de uralita en las que los gatos se asan en verano y se congelan en invierno. Pero el problema va más allá. El presupuesto es escaso y apenas nos llega para alimentarlos y tratarlos. Eso por no hablar de las jaulas arcaicas que se están utilizando para transportarlos y la falta de información sobre dónde se recogen los animales abandonados y en qué circunstancias", denuncia Beatriz Alonso.