Un gobierno de dos fuerzas, con "tensiones lógicas", pero que funciona "a toda máquina". Y una Xunta que "paraliza proyectos". Carme Adán, diputada del BNG en el Parlamento gallego, se muestra optimista sobre la gestión de los nacionalistas en el Concello y opina que "la ciudadanía lo percibe". No se plantea, asegura al menos, dar el salto a la política municipal, y cree que la militancia está "satisfecha con el trabajo del grupo en el Concello, liderado por Santi Domínguez". ¿Las perspectivas de resultado para 2011? "Es pronto. Estamos aún en el minuto uno antes del partido, pero tenemos el reto de demostrar la gestión diaria".

–¿Qué le parece la gestión de la Xunta para Vigo?

–Gran parte de las inversiones del Gobierno anterior en la Xunta están paradas o cerradas, como el centro de día de Coia, infraestructuras pequeñas como la galescola del parque tecnológico, la apertura del albergue... Y el hospital, algo nuclear. Tiene que ser de 1.400 camas, y ya veremos cómo plantean la financiación y la gestión. Debe ser pública. El Casco Vello es también vital para el BNG, y ahí no se ha materializado la inversión en el funicular, estratégico. Paralizaron todo, y sin embargo crean superdelegaciones, que funcionan como contrapoderes en la ciudad.

–¿Y el gobierno municipal, cree que funciona o persisten las tensiones?

–Se demuestra que el pacto funciona. Una parte importante de los proyectos se está desarrollando, y la ciudadanía lo ve.

–¿Hubo un punto de inflexión tras los resultados del 1-M?

–Los ciudadanos entienden que somos dos socios. Puede haber desacuerdos, pero ocurre también con gobiernos monocolores. El bipartito de la Xunta estaba coordinado, pero lógicamente hubo una reflexión de que es necesario mostrar más los logros. Es normal que el BNG se plantee que, si el gobierno saca proyectos adelante, haya que explicar los éxitos.

–Aciertos y errores del grupo municipal del BNG.

–Es muy cohesionado y trabaja bien en equipo, liderado por Santi Domínguez. Apostó claramente por políticas encaminadas a la recuperación del Casco Vello, una parte vital de la ciudad; el turismo, entre otros logros consiguiendo una línea de bajo coste; el pequeño comercio; y los servicios sociales.

–¿El grupo ha transmitido bien su gestión o la capitaliza el alcalde?

–La ha transmitido bien. Es un grupo muy unido. Se ve en los plenos y en la gestión diaria

–¿Está en sus planes dar el salto a la política municipal?

–Pienso en el trabajo como diputada y es el objetivo que me marco. Tengo el honor de que la organización cuente conmigo desde 2005, de haber trabajado en proyectos importantes para el país.

–¿Considera que Domínguez debe repetir como candidato?

–Es algo que compete decidir a la organización. Yo soy una diputada por Vigo, pero creo que el BNG valora positivamente la gestión del grupo municipal y de Santiago Domínguez.

–¿Puede ser una mujer la próxima candidata a la Alcaldía?

–En el BNG hay mujeres en muchísimos puestos, en cualquier espacio de poder. En el grupo municipal de Vigo hay mujeres preparadas. María Méndez, Iolanda Veloso… Mucha gente. Ahora hay un grupo municipal que está consolidado y una persona que lo dirige. Cuando se dé ese debate en cualquier ámbito, yo apoyaré a mis compañeras.

–El BNG retrocede en votos. ¿Cree que se puede detener esa tendencia en las municipales?

–Hay un año y seis meses por delante, una eternidad. De momento estamos en el minuto antes de empezar el partido. Hay un retroceso innegable que la dirección analiza, pero es muy difícil extrapolar resultados. Tenemos un reto, que es mostrar a la ciudad qué ocurre cuando gobernamos. La gestión diaria. Queremos que se vea el compromiso con la ciudad, desde lo más pequeño a lo más grande.

–¿La rehabilitación del Casco Vello va demasiado lenta?

–Ya se inauguró una parte ya rehabilitada, desde el centro cívico a A Pedra. Teófilo Llorente está renovado, hay un proyecto para la pinacoteca... Son dos años y medio de gestión. Es una prioridad, pero los cascos históricos como el de Pontevedra necesitaron tres mandatos para conseguir su plena recuperación. Lugo también necesitó varios. Y en Vigo ya vemos resultados