Decenas de personas se agolparon durante toda la mañana en las inmediaciones de Príncipe. En el momento del accidente caminaba por la acera de enfrente Ángeles Suárez, una de las primeras en asistir a la niñera. "Doblaba la calle cuando oí los gritos, vi la piedra en el carrito y me fui corriendo hacia la chica. Estaba histérica y tuvimos que ser nosotros los que hablamos con la madre del bebé por teléfono para explicarle lo que había pasado. Llegó enseguida, así que suponemos que debe trabajar por aquí cerca".

En la esquina del Mercantil esperaba a la una de la tarde noticias sobre el bebé, al que ayudó a recoger y trasladó hasta el interior de la oficina de Banesto. La acompañaban Rita y Fina, dos viandantes que paseaban casualmente por la zona. "Pudo tocarnos a nosotros. Yo paso por ahí a menudo y es una suerte que no enganchase a más personas", concluye esta última.

"Un milagro. No hay otra explicación. Pudo matar a cualquier peatón y es inexplicable que no haya más heridos viendo las piedras enormes que hay repartidas por toda la calle", reitera Suárez.

Como ellas acudieron a la esquina de Príncipe con Velázquez Moreno comerciantes y peatones que paseaban por las inmediaciones alertados al oír hablar "de un bebé herido". El suceso deja a medio colocar las estrellas con luces que deben iluminar las fiestas en Príncipe.