La calle Gil es, quizás, de las más pequeñas e ignoradas de la ciudad pese a estar en pleno corazón urbano, en paralelo con Urzáiz y a pocos metros del Marco y de la calle del Príncipe.

Ni siquiera muchos de los que a diario se ganan la vida o transitan por ella conocen la identidad del hombre a quien le está dedicada: Gil, el promotor de viviendas con el que se asoció Manuel Núñez, esposo de María Berdiales y en buena medida responsable de la expansión urbanística del Vigo de finales del siglo XIX. A Manuel Núñez, precisamente, se le dedicó la calle que la de Gil atraviesa, según la petición formulada al Ayuntamiento en 1916 por su hijo, Ángel Núñez.

En la actualidad, la pequeña calle Gil ha salido del olvido y el abandono en que vivió durante décadas, gracias a la recuperación del antiguo Palacio de Justicia y cárcel para Museo de Arte Contemporáneo y la posterior peatonalización y humanización del entorno.

Su primer tramo, pese a sus escasos cincuenta metros de longitud, ha demostrado su vitalidad al mantener cuatro locales abiertos: una selecta tienda de ropa, la taberna de José Luis, un restaurante de comida navarra Gurpegui y el Carballo. Más allá de Manuel Núñez (se reformará el próximo año), el trabajo pendiente.