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El COVID y el temor a la reforma fiscal dejan un récord de herencias en vida: casi 26.000

Desde que entraron en vigor las exenciones de la Xunta, se tramitaron más de 119.000 pactos sucesorios | En solo un año aumentan un 18% y son más del triple que antes

“Hay que sacar dinero de donde sea y ahora se quiere meter mano a las herencias”, cuestiona un contribuyente ourensano que ha adelantado el reparto de sus bienes entre sus hijos para evitar que el día de mañana tuviesen que pagar por unos legados que hoy salen a coste cero en el impuesto de Sucesiones. Con las transmisiones en vida, miles de familias tratan de esquivar la reforma fiscal cocinada por el Ministerio de Hacienda por la que se pretende establecer un mínimo común en todas las comunidades, tumbando así las exenciones aprobadas en Galicia en el año 2016 (para herencias inferiores a 400.000 euros en línea directa –padres-hijos, abuelos-nietos y cónyuges–) y ampliadas en 2020 a legados que no alcancen el millón por progenitor. El miedo desatado por la pandemia y la amenaza de una subida fiscal dejaron el año pasado una nueva cifra récord de pactos sucesorios en Galicia. Hasta un total de 25.859 transmisiones en vida se formalizaron en 2021 en la comunidad gallega, un 18% más que un año atrás y más del triple que el ejercicio anterior a la entrada en vigor la reforma fiscal de la Xunta (apenas 7.400).

“La incertidumbre generada por el COVID despertó la necesidad de planificar la sucesión, con los pactos sucesorios se cumplen los deseos de padres y abuelos de contribuir a que sus hijos y nietos inicien su vida independiente o empresarial”, explica el decano del Colegio Notarial de Galicia, José María Graíño, al tiempo que destaca que las transmisiones en vida están en el “acervo político gallego”. Pero sin duda, la inminente reforma fiscal que cocina el Ministerio de Hacienda para tumbar las exenciones en el impuesto de Sucesiones ha provocado un aluvión de familias interesadas en repartir ya parte de sus legados. “Sin duda es un estímulo, ya que es un incentivo desde la reducción fiscal de 2016 y más con la de 2020 con la ampliación a herencias inferiores a un millón, una tendencia al alza que seguramente se mantendrá este año”, augura Graíño.

Hugo Barreiro

El parón provocado por la pandemia en todos los sectores y actividades económicas no logró frenar el alza imparable de contribuyentes que acuden a las notarías para repartir ya sus bienes. Desde las bonificaciones aprobadas en Galicia para el impuesto de Sucesiones en 2016, año en el que también una sentencia del Tribunal Supremo exime del pago del IRPF por las herencias en vida en la comunidad, más de 119.000 gallegos decidieron adelantar la transmisión de sus legados –47.177 tramitados en la provincia de A Coruña, 15.363 en la de Lugo, 11.522 en la de Ourense y 44.981 en la de Pontevedra–, según datos del Colegio Notarial de Galicia. Estas cifras no hacen más que confirmar el aumento de las gestiones para dejar lista la herencia y beneficiarse de una bonificación que en Galicia tiene los días contados por la reforma fiscal en la que trabaja el Gobierno central. Hacienda busca poner fin a la brecha fiscal entre comunidades, con un tipo fijo en el impuesto de Sucesiones para todo el territorio nacional y a partir de ese coeficiente que los Ejecutivos autonómicos, dentro de sus competencias, decidan. El comité de expertos que ha redactado el Libro Blanco para la reforma fiscal avalan que el Gobierno imponga un mínimo común de los Impuestos de Sucesiones y Patrimonio al tiempo que acusa a ciertas comunidades –sin citarlas– de “vaciar de contenido” a la tributación sobre la riqueza con una carrera a la baja.

El año pasado, se formalizaron en las notarías gallegas 25.859 pactos sucesorios, de los que el 80% corresponden a familias de A Coruña y Pontevedra, 9.824 en el primer caso (casi el 38%) y 10.550 en el segundo (41%).

El pacto sucesorio, un “traje a medida”

“El tema fiscal no lo puede ser todo, por evitar pagar impuestos uno no se puede desprender de sus bienes”, advierte el decano del Colegio de Notarios de Galicia, José María Graíño. Cada vez que alguien se dispone al reparto de su legado, los notarios realizan un formulario de preguntas para que ese padre o abuelo tenga un “traje a medida”. “Lo primero que les decimos es ‘protéjanse ustedes’. Y, a partir de ahí ya se procede al reparto. Nuestro consejo es desprenderse de los bienes que no vayan a necesitar”, destaca Graíño. Como cada persona, cada caso es diferente, cada pacto sucesorio supone un traje a medida que se diseña según la voluntad del interesado, la relación que tenga con sus hijos o nietos, según el caso”, detalla el decano de los fedatarios públicos en Galicia. Hay cada vez más casos en los que se vincula la herencia de la vivienda, por ejemplo, al hijo o nieto que se encargue del cuidado y la asistencia de sus progenitores o abuelos. Los pactos sucesorios contribuyen a “fortalecer el eslabón intergeneracional”. “Todos salen con una sonrisa de la notaría porque esa ayuda supone un apoyo en el momento en que ese hijo o nieto lo necesita, bien para emanciparse o bien para emprender un negocio que sin esa vivienda o esa ayuda económica habría sido imposible”, apunta Graíño.

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