Racismo, ideología, orientación sexual o identidad de género y discriminación por razón de sexo son, por este orden, los delitos de odio más frecuentes en Galicia, de acuerdo con el último informe del Ministerio del Interior que refleja, no obstante, menos delitos de este tipo en 2020 respecto al año anterior.

Así, el total de hechos conocidos de este tipo se situó el año pasado en 46 frente a los 76 contabilizados en 2019. Sin embargo, aumentaron los de racismo que pasaron de nueve a 19, ocupando en 2020 el primer lugar.

El año anterior se contabilizaron, ocupando el primer lugar, 34 delitos de odio vinculados con la ideología; 12 por razón de orientación sexual o identidad de género, nueve de racismo y dos por discriminación por razón de sexo. El año pasado fueron 19 por racismo o xenofobia; 14 por ideología; cinco por orientación sexual o identidad de género y tres por discriminación por razón de sexo.

Para entidades consultadas por Europa Press estos datos no reflejan la realidad. Para el portavoz del Foro Galego de Inmigración, Miguel Fernández, el aumento de los delitos de odio por racismo “tiene que ver con la actuación de grupos políticos de extrema derecha, presentes en el Parlamento y con mucho apoyo y difusión en medios y redes sociales, que ‘normalizan’ el discurso racista”.

“Esto facilita después actitudes violentas contra las personas migrantes o la vulneración de sus derechos”, apostilla Miguel Fernández para quien “la situación de crisis económica puede influir algo, pero el elemento decisivo es esa normalización del racismo”.

Por otra parte, apunta a un “racismo estructural” por legislaciones “que establecen la desigualdad de derechos”. También alerta de las consecuencias de “normalizar” discursos como “cuando Vox culpabiliza a los menores migrantes de la miseria de las pensiones”.

Preguntado si detectan un aumento de casos, apunta que este año ha habido “el ataque violento a dos exposiciones sobre temática migrante en Compostela y A Coruña, situaciones que antes no se daban, o el ataque a una mujer en la calle con insultos racistas directos”.

A ello, añade los “microracismos” como “no alquilar vivienda por el aspecto de la persona o pretender pagar menos por una actividad laboral”. “Muchas veces las propias personas no están dispuestas a visibilizar su caso, lo que es lógico en el contexto en el que estamos”, admite al ser preguntado sobre la denuncia por parte de la víctima.

También rechaza que los comportamientos de este tipo sea una cuestión de edad. Sin embargo, apunta a que el problema es “normalizar” este tipo de conductas.