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Miles de toneladas de fertilizantes acaban al año en los ríos gallegos

El río Lérez, a su paso por Pontevera Gustavo Santos

Cada año acaban en los ríos gallegos más de 15.000 toneladas de fertilizantes (tanto de origen químico como orgánico) procedentes de la actividad agrícola y de la ganadera. Lo lógico sería pensar que tanto nitrato y fosfato derivasen en contaminación de los cauces fluviales. Pero no es así. Al contrario que en buena parte de Europa y de España, en Galicia no hay ninguna zona declarada vulnerable por exceso de abono procedente de fuentes agrarias. Ni en la mitad occidental de la comunidad que gestiona la Xunta ni en la cuenca del Miño-Sil, que es de competencia estatal por abarcar también parte de Zamora, León y limitar con Portugal.

El estudio ambiental del plan hidrológico de la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil (CHMS), sometido ahora a consulta pública durante seis meses, calcula el volumen de excedentes de fertilizantes que acaban llegando a los ríos. En el caso del nitrógeno se estima que se usan al año casi 7.600 toneladas de origen químico para actividades agrícolas. Y de ellas, solo 1.348 terminan fijadas en el territorio. Es decir, que realmente solo una pequeña porción cumple el objetivo para el que se usa. Pero la mayor parte acaba directamente en los ríos: 4.490 toneladas. Lo mismo pasa con el fósforo. De las 1.910 toneladas, quedan fijadas a la tierra 453 y otras 1.122 terminan en forma de vertidos en los ríos.

Naturaleza orgánica

A estas cifras se le deben sumar además los nitratos y los fosfatos, en este caso de origen orgánico, producido por todo tipo de ganado con sus deyecciones (purines y estiércol). Según el estudio ambiental de la CHMS, el nitrógeno procedente de la cabaña ganadera que llega a los ríos sería de 8.632 toneladas al año, mientras que de fósforo alcanzarían las 1.330 toneladas.

Estas 15.574 toneladas de nitratos y fosfatos son las que se generan en las cuencas del Miño y del Sil, que abarcan a casi toda la provincia de Ourense, la mayor parte de la de Lugo, el sur de la de Pontevedra, la mitad de León y un poco de Zamora. Pero ese excedente de fertilizante se genera casi totalmente en Galicia y además acaba íntegramente en los ríos gallegos.

Agua subterránea

Además de los nitratos y fosfatos que llegan a los cauces fluviales y descontando el que queda fijado al suelo, hay otra parte también importante que se filtra por el suelo y acaba en las bolsas de agua subterránea. Según los estudios de la Confederación Hidrográfica en total serían 5.637 toneladas (4.726 de nitrógeno y 911 de fósforo), producidas tanto por fuentes agrarias como ganaderas.

Y sin embargo, en Galicia no hay ninguna zona declarada como contaminada ni vulnerable, compartiendo este mismo diagnóstico con Asturias y Cantabria. En todas las demás comunidades autónomas hay zonas que sí están calificadas como vulnerables por exceso de fertilizantes en sus aguas, al igual que el 40% del territorio de Europa.

Norte de España

El investigador Juan Castro Ínsua, del Centro de Investigaciones Agrarias Mabegondo (CIAM) explica las razones por esta nula contaminación de las aguas fluviales del norte de España. El umbral se mide por miligramos de nitratos y fosfatos por litro de agua, no por las toneladas totales vertidas, y en Galicia hay un alto número de ríos a lo que se suma una elevada pluviosidad y constante oxigenación de las aguas. Sin olvidar que tan solo el 12% de la tierra agraria esta cultivada –que es la sección que más fertilizante recibe–, otro 8% son pastizales –a los que la aportación de abono es mínima– y el resto, el 80%, es monte y plantaciones forestales que no se abonan.

“La configuración paisajística también contribuye a que Galicia esté libre de contaminación por nitratos, dado la presencia de fincas pequeñas e irregulares, tipo mosaico, entre las que intercalan muros, árboles, montes de matorral y vegetación de ribera”, sostiene el investigador.

Situación anómala en Europa

Según cuenta, en Europa extraña que Galicia, siendo la décima región productora de leche de la UE, sea la única sin problemas por exceso de nitratos en sus aguas.

Castro Ínsua insiste, en todo caso, que de haber problemas, los fertilizantes de origen químico son los que se deberían reducir. Los demás, los procedentes de la ganadería, son naturales. En este sentido defiende que se deberían eliminar trabas administrativas para mejorar la gestión de los abonos orgánicos, que deben ser observados como recursos y no como elemento contaminante.

En este sentido, apunta al proyecto que se está desarrollando en a A Limia para buscar una salida a las deyecciones del ganado (aviar y porcino, sobre todo) y en el que colaboran Xunta y Estado, dado que se cruzan las competencias de la Administración autonómica con las de las Confederación Hidrográfica del Miño-Sil. El problema en esta comarca es la alta concentración de subproductos ganaderos y su almacenaje con garantías de seguridad para evitar que lleguen en exceso a las aguas, así como darle nuevos usos.

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