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Cuando una herencia genera más costes que beneficios

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No hubo sector que no se resintiese por el estallido del COVID. Los meses del estado de alarma, de marzo a junio, fueron los que tuvieron un mayor impacto, con el confinamiento y el cierre de toda actividad no esencial impuestos por una pandemia que entonces nadie esperaba que un año después sumase una tercera ola. Con la crisis del coronavirus, miles de trámites se vieron paralizados hasta que en el segundo semestre comenzó a recuperarse la actividad diaria de oficinas, despachos y pequeños y medianos negocios.

El comportamiento fue muy dispar en todos los ámbitos en el primer y segundo semestre del año, como así lo reflejan los datos de renuncias a herencias en Galicia, que de mantenerse el ritmo de los últimos seis meses de 2020 se habría batido un nuevo récord de herederos que dicen “no”. Durante el año del COVID, un total de 2.631 gallegos rechazaron el legado de sus familiares o amistades, un 16% menos que las 3.134 renuncias contabilizadas en 2019, ejercicio con el balance más elevado de la historia, según datos del Consejo General del Notariado.

Con la vista puesta en 2021, los fedatarios públicos temen que este año la pandemia deje un aluvión de renuncias a herencias a causa del miedo de heredar más deudas y obligaciones tributarias que bienes. Y es que decir sí a un testamento implica que el nuevo propietario de ese legado tiene que asumir las deudas que conlleve o, en el caso de una herencia de familiares lejanos, hacer frente a la gravosa carga fiscal que acarrea, ya que la exención del impuesto de Sucesiones en Galicia (para herencias de hasta un millón de euros) se limita a herederos en línea ascendente o descendente (padres-hijos y abuelos-nietos) y cónyuges.

Simón Espinosa

Si hay deudas del difunto –no solo se heredan los bienes, sino también los números rojos que haya contraído el donante– o si se trata de una herencia de parientes de tercer grado y ulteriores (tíos, primos o hermanos) o extraños no familiares es suficiente para pensárselo dos veces antes de aceptar.

Condiciones

“La crisis y el mercado inmobiliario son determinante a la hora de aceptar una herencia”, apunta Jaime Romero, miembro de la junta directiva del Colegio Notarial de Galicia. Y en un contexto de recesión como el actual es de prever que habrá un repunte de rechazos a los legados que este año se entreguen, que también serán más por la mortalidad que deja la pandemia. La crisis, advierte Romero, resta liquidez y, en consecuencia, si faltan fondos para hacer frente a los impuestos que haya que abonar y a la inversión que requiera la reforma de la vivienda heredada finalmente no se aceptarán los bienes legados.

Además, en la situación actual el mercado inmobiliario no garantiza que se pueda dar salida con el piso o casa heredada. “Menos aún si la vivienda no está en la ciudad en la que resides, que no pueden atenderla y basta con que se cuelgue el cartel de Se Vende o Se Alquila para que sea ocupada”, detalla Romero.

Ingente trabajo pendiente

En el segundo semestre del año, los notarios se encontraron sobre la mesa con miles de trámites pendientes, un retraso que se vio agravado con el aumento de la mortalidad y la crisis provocada por el coronavirus. Durante los primeros seis meses de 2020, los despachos notariales de la comunidad registraron 1.039 renuncias de herencias, un 34% menos que el mismo periodo del año anterior. Pero en el último periodo del año, con 1.592 rechazos, se volvió a batir el récord del periodo julio-diciembre de 2019, que había alcanzado los 1.560. Pese al descenso impuesto por las restricciones del COVID, las renuncias a herencias en la última década en Galicia se han multiplicado por tres al pasado de las 880 formalizadas en 2010 a las más de 2.600 del ejercicio pasado.

Uno de los motivos que lleva al rechazo de una herencia es la hipoteca que pesa sobre la vivienda. Como el mercado de venta de inmuebles estaba hasta hace poco cerrado por falta de demanda, el heredero que no puede hacer frente al préstamo y no tiene garantías de que pueda venderlo en un plazo razonable optar por renunciar para no verse comprometido por el pago de las cuotas.

Entre los motivos económicos para desentenderse de una herencia no solo están las deudas conocidas que han motivado la insolvencia patrimonial del llamado causante, sino también por las responsabilidades económicas que como heredero pueden afectarle, tales como las derivadas de haber otorgado avales o afianzamientos a terceros (por ejemplo a la propia empresa, otras empresas o un amigo); por responsabilidades fiscales por las comprobaciones realizadas por Hacienda de ejercicios no prescritos (los últimos cuatro años) o por responsabilidades profesionales que se reclaman después del fallecimiento.

Facturas fiscales inasumibles


Abrir un testamento supone en muchas ocasiones un regalo envenenado. Son muchos los que se ven obligados a decir no a una herencia debido a la elevada carga fiscal que acarrean los legados que proceden de tíos, hermanos o primos o por las deudas que deja el finado y que, junto con los bienes, también las hereda el nuevo propietario. Cuando en el banco hay fondos para poder hacer frente a las facturas de Hacienda, la decisión final suele ser la de hacerse con la herencia. Pero si se limita a un piso, los beneficiarios se decantan por el no ya que en el caso de herencias de familiares lejanos o amistades hay que hacer abonar, además del impuesto de plusvalía municipal, el de Sucesiones. “No voy a pedir un préstamo para pagar el impuesto por heredar un piso”. Es la frase que más se repite en las notarías gallegas cada vez que un heredero renuncia a los bienes que les dejan familiares lejanos o conocidos. Un ejemplo basta para conocer la gravosa factura a la que tienen que hacer frente herederos colaterales de tercer grado y ulteriores o extraños no parientes. Por un piso valorado en 150.000 euros, un hijo no tendrá que rendir cuenta alguna con el fisco. El impuesto de Sucesiones para este contribuyente e Galicia es cero. Pero si este mismo testamento procede de un tío, el heredero se lo pensará dos veces antes de dar el sí quiero. Al menos 32.400 euros es la cantidad que sale a pagar al sobrino elegido para hacerse con esa vivienda. Eso siempre y cuando su patrimonio personal sea inferior a 402.678 euros. De superar esa cifra, el coeficiente multiplicador se eleva y, en consecuencia, la carga tributaria también. Con este mismo, ejemplo: si el tío/a testa a favor de dos sobrinos, cada uno debería hacer frente a una cuota en el impuesto de Sucesiones de casi 11.500 euros. A esta cantidad hay que añadir el correspondiente pago del impuesto de plusvalía municipal.

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