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Serenidad ante una situación crítica

Todos lo estamos pasando mal; aunque unos mucho peor que otros. Los primeros de la lista, los que enferman gravemente, los que fallecen y sus familias. A continuación, los empresarios y trabajadores de las empresas y ramas productivas más golpeadas, y los profesionales del sector sanitario. Hay motivos para quejarse y estar hartos. Pero es un momento para la confianza y la serenidad; es un momento para apretar los dientes y aguantar unos pocos meses más.

Confianza, porque la ciencia se ha superado a sí misma y nos ha bridado no una, sino varias vacunas en menos de un año. Estamos ya inmersos en un proceso de vacunación que nos permitirá alcanzar la inmunidad de grupo en seis meses; y proteger a los colectivos más vulnerables en menos tiempo. La vacuna nos permitirá volver a la normalidad. Pero todavía no. Y ahí entra en juego la serenidad, el control y la responsabilidad individual.

Serenidad para no precipitarnos en juicios y decisiones. Primero, el proceso de vacunación va a ir bien y rápido. España será uno de los países del Mundo que vacune más rápido y mejor a su población (ya lo está siendo). Tenemos un buen sistema sanitario y gestores con capacidad e imaginación para afrontar el reto. No nos obsesionemos con velocidades y rankings como si fuese la liga. Dejemos trabajar a los profesionales y, en la medida que podamos, ayudemos a convencer a los renuentes de nuestro entorno de que deben vacunarse. Segundo, seamos conscientes de lo aprendido durante el último año. Las actividades “aburridas” no son un problema mayor. Trabajar y estudiar no son fuente principal de nuestros problemas. Confinarnos como en marzo y abril nos conduciría a los graves efectos negativos en la economía y en la educación que hemos sufrido en 2020. En cambio, sí es fundamental minimizar la vida social, los contactos con familiares y entre amigos en espacios públicos y privados, sobre todo en interiores. Es duro, pero es la única alternativa al confinamiento severo.

De ahí que sea fundamental el control y la responsabilidad individual. Tenemos que asumir que durante seis meses más estaremos en situación de guerra en la que debemos renunciar a la vida social. Que a nadie se le ocurra la idea de salvar el Carnaval o la Semana Santa. La experiencia de las Navidades debería ser suficiente para todos.

Estamos obligados a convivir con el virus unos meses más. Pero tenemos que conseguir retornar, entre todos, a los niveles de incidencia acumulada a 14 días o a las tasas de positividad de las PCR que teníamos hace escasas semanas, por debajo de los umbrales que marca la OMS. Ese es el reto. Hagamos lo que nos toca y dejemos que la Xunta, el SERGAS y la policía hagan lo suyo.

@SantiagoLagoP

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