Hubo una época en que las infecciones por VIH y el “miedo” al SIDA fomentaron el uso de medidas de protección en las relaciones sexuales, como los preservativos. Y si ese “hubo” va en pasado es porque en la actualidad esa sensación de peligro ha desaparecido o, al menos, se ha rebajado, con la consiguiente “relajación” en la utilización de métodos de protección de barrera y uno de sus efectos colaterales es el incremento de otras enfermedades de transmisión sexual como pueden ser la sífilis y las infecciones gonocócicas –lo que se conoce de forma popular como gonorrea–.
Es a ese tipo de factores donde apuntan profesionales sanitarios como Jesús Sueiro, vocal de la Asociación Galega de Medicina Familiar y Comunitaria (Agamfec), cuando buscan una posible explicación a por qué dolencias que llegaron a experimentar una disminución de casos “espectacular”, como califica la Xunta a lo que ocurrió con la gonorrea entre 1985 y 2010, conocen un repunte en los últimos años. De hecho, con los datos más recientes facilitados por la Consellería de Sanidade, los correspondientes a 2019, la suma de los diagnósticos de sífilis e infección gonocócica –ambas dolencias de declaración obligatoria– el año pasado se alcanzaron los 537 casos, un 18 por ciento más que los registrados un año atrás.
Ese dato, y tomadas ambas dolencias de forma conjunta, supone además la cifra más alta de casos desde el año 2000. Los contagios notificados en ambas dolencias comenzaron a experimentar un incremento en torno a 2010, aunque con distinta intensidad. En el caso de la infección gonocócica son más numerosos, más del doble que la sífilis, con un total de 382 en 2019, lo que implica un 25 por ciento más que en el ejercicio previo. Si el cálculo se hace con respecto a su avance en la última década, los casos notificados se han más que quintuplicado desde el año 2010. En lo tocante a la sífilis, las cifras son más contenidas. El año pasado los casos notificados a Saúde Pública fueron un total de 155, apenas un 4% más que los contabilizados a lo largo de 2018. No obstante, si de nuevo la medida de la evolución se refiere a los datos de una década atrás se observa cómo se han multiplicado por 2,4.
En su último informe anual sobre la evolución del VIH y otras infecciones de transmisión sexual, la Xunta indica que este tipo de infecciones constituye en todo el mundo un “importante problema” de salud pública. Alega que se trata de “una de las principales causas de enfermedad aguda, infertilidad, discapacidad a largo plazo y muerte, con graves consecuencias médicas y psicológicas” para millones de personas e “importantes costes económicos y sociales”. De esa “epidemia” mundial, apunta, no se libran los países occidentales, donde la incidencia de la gonococia y la sífilis disminuyó en los 80 por la mejora de los servicios sanitarios y los cambios de los comportamientos debido a la aparición del VIH/sida. No obstante, el Sergas aprecia un “incremento” de estas infecciones asociado a un “aumento de las prácticas de riesgo”.
Una idea similar es la que defiende Jesús Sueiro, para quien en los últimos años se ha perdido el miedo al sida, que provocó que la gente usase protección. Además, considera que el control del sida contribuyó a hacer “olvidar” el peligro que suponen las enfermedades de transmisión sexual y entiende que se da una cierta “relajación” del uso de métodos de barrera. “No es tanto descuido”, señala, como una “sensación de falta de peligro, como si esto fuese un tema superado”. Sin contar, apunta, con otra forma de entender las relaciones que puede suponer incrementar los contactos: “Si tienes una relación con una persona, tienes una relación con todos los que estuvieron con esa persona”. No obstante, no cree que la solución pase por una campaña publicitaria masiva, sino por aprovechar las escasas visitas a las consultas de atención primaria de los jóvenes para darles un “consejo personalizado”.
Sueiro, como otros profesionales que trabajan día a día en los centros de salud y se encuentran con estos casos, advierte asimismo de las resistencias frente a los medicamentos para tratar sobre todo el gonococo. También avisa el Sergas de su capacidad de hacerse resistente a los antibióticos, lo que “puede abocarnos”, alerta Saúde Pública, “a quedar sin arsenal terapéutico para combatir la infección”.
