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Expertos en bioética critican la falta de atención psicológica a enfermos terminales

Reclaman formación para que los profesionales médicos mejoren la relación con los pacientes sin cura y sus familiares -Más de 9.000 gallegos tienen ya testamento vital

José sufrió una recaída del cáncer que padecía más rápida de lo esperado. En urgencias, tumbado en la camilla rodeado de su familia, recibió una noticia que anticipaba el inicio del fin. "Tiene unas manchas en el pulmón y metástasis. La enfermedad ha avanzado. Está muy grave", le dijo una sanitaria. El aire se espesó en una décima de segundo. Los ojos de José buscaron amparo en los de sus parientes, pero estos también estaban desconcertados. Mejorar el tratamiento psicológico de pacientes con enfermedades sin cura, como era el caso de José, y de sus familiares constituye una necesidad para la sanidad gallega, en opinión de los expertos en bioética.

Las dudas morales son constantes en cada caso cuando un paciente sufre una dolencia para la que no existe cura: ¿es mejor decírselo para que tome las decisiones a las que tiene derecho en la recta final de su vida o es preferible ocultarle el diagnóstico para evitarle la agonía psicológica?". "Hay falta de información sobre la posibilidad de ser activo en la toma de decisiones, de hacer esta planificación de forma anticipada o del derecho para otorgar instrucciones previas o designar un representante", expuso Ángel López Triguero, vocal del Comité de Ética Asistencial de Pontevedra en las jornadas Tecendo a bioética organizadas por el Consello de Bioética de Galicia en octubre.

"Las familias y el entorno de cuidado también desconocen muchos de estos aspectos y suelen adoptar un rol protector, bloqueando a veces la información al paciente para evitar mayores sufrimientos, sin darse cuenta de que eso puede provocar en el enfermo una sensación de miedo, angustia, soledad, etc. Todo eso con la complicidad de los profesionales que, en muchos casos, no sabemos afrontar un pacto de silencio y desmontarlo", añadió antes de criticar la falta de una planificación por parte del Sergas para establecer una atención psicológica en estos casos, para la que tampoco reciben formación específica los profesionales. "Faltan programas de formación y de fomento de estos procesos. Lo que más interesa es aumentar los números en los registros de instrucciones previas", lamentó sobre el listado que desde 2008 permite en Galicia contar con un testamento vital. En la actualidad, 9.040 personas han dejado instrucciones acerca de si comparten o no que se prolongue su vida de forma artificial en situaciones "irreversibles" o si desean cuidados paliativos.

Para Alfredo Valdés, presidente del Comité de Ética Asistencial de Ourense, potenciar estos órganos debe ser la "punta de lanza de una nueva cultura sanitaria" sobre las enfermedades terminales para "mejorar la calidad en la toma de decisiones."

"El modelo paternalista sobrevive en nuestras relaciones con los enfermos y los aspectos físicos ocupan nuestro tiempo dejando en un segundo plano los aspectos psicosociales y espirituales", explicó López Triguero, que pidió más participación de trabajadores sociales y psicólogos en estos tratamientos.

"Muchos pacientes de EPOC (Enfermedad pulmonar obstructiva crónica) llegan al final de su vida sin entender que su enfermedad no se puede curar. Algo estamos haciendo mal los profesionales", ilustró. Algo similar ocurre con la demencias. La consecuencia es que "es frecuente que la familia no sepa cuáles eran sus preferencias sobre el final de la vida cuando el familiar deja de comer, ingresa repetidas veces o se encama".

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