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El daño climático del aire acondicionado

Galicia participa en un proyecto internacional para desarrollar una alternativa "verde" a los contaminantes gases fluorados -Estas sustancias se usan en neveras, congeladores o extintores

// Efrén Rodríguez

Cuando usted enciende el aire acondicionado, activa un extintor de incendios, revisa la nevera en busca de algo para picar, activa la calefacción del coche o se acicala antes de una de las inminentes cenas de empresa navideñas, a la atmósfera llegan unos gases que son en buena parte responsables del calentamiento global porque pueden ser hasta 23.000 veces más dañinos que el CO2, potenciando así el efecto invernadero y el cambio climático que amenaza con elevar hasta cuatro grados la temperatura media en Galicia, aumentando la frecuencia de eventos extremos como olas de calor y causando mayor mortalidad y enfermedades. Por ello, la comunidad se suma a la guerra a estos gases fluorados, cuya emisiones quiere rebajar desde las 600.000 toneladas anuales actuales a 400.000 en 2030 y 100.000 en 2050. Para encontrar una alternativa "verde", participa en un proyecto internacional de 1,7 millones de euro de presupuesto y 20 miembros, entre los que se encuentran la Consellería de Medio Ambiente, la Universidade de Vigo y la Fundación Empresa-Universidad Gallega.

Paradójicamente, los gases fluorados o hidrocarburos halogenados comenzaron a emplearse a principios de los años 90 como alternativa de sustancias (clorofluorocarbonos) que destruían la capa de ozono, el escudo invisible del planeta ante la radiación solar ultravioleta, de efectos devastadores. Ellos contribuyeron en gran parte al agujero en esa barrera natural detectado sobre la Antártida en 1985. Dos años después esos gases fueron prohibidos.

La alternativa también golpea a la Tierra, aunque de forma diferente, pues los citados gases fluorados "tienen un elevado potencial de calentamiento atmosférico y una larga permanencia en la atmósfera, por lo que contribuyen al denominado efecto invernadero y, con ello, agravar los efectos del cambio climático", explica el Ministerio para la Transición Ecológica. Por ello, fueron incluidas en el Protocolo de Kyoto, pero la falta de alternativa tuvo gran parte de responsabilidad en la imposibilidad de alcanzar los objetivos de reducción de emisiones de ese pacto mundial firmado en 1997 y que entró en vigor en 2005, aunque sin ser asumido por China y EEUU.

Al llegar al mercado como relevo de los clorofluorocarbonos, el uso de gases fluorados aumentó rápidamente. Se utilizan principalmente como sustancias refrigerantes en sistemas de aire acondicionado y agentes espumantes (extintores y aerosoles como los de los desodorantes o lacas), pero también en las industrias cosmética y farmacéutica para extraer esencias de origen natural.

En la lucha por mitigar el impacto del cambio climático, encontrar sustitutos de esos gases resulta una prioridad. Este es precisamente el objetivo del proyecto KET4F-Gas, en el que participan actores como la Universidade Nova de Lisboa (ejerce de coordinadora), la Universidad de Cantabria, la sucursal en España de la compañía European Recycling Platform (ofrece servicios de gestión de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, pilas y baterías a 32 países) o la Fédération des Recherches en Environnement francesa.

El KET4F-Gas pretende diseñar e implantar lo que se conoce como "Tecnologías Facilitadoras Esenciales", es decir, "nuevo materiales, productos, procesos y servicios" para rebajar el daño ambiental de la sociedad contemporánea. Entre ellos, hallar solventes "benignos y más eficientes para recuperar gases fluorados usados en equipos de refrigeración y aire acondicionado, evitando sus emisiones", explica la Consellería de Medio Ambiente.

La UE ya impulsó desde 2014 su reducción, fijando un 80% de recorte de emisiones en 2030, y España gravó su uso desde entonces con un impuesto que en 2017 le supuso a la Xunta 6,5 millones de euros.

Encontrar su relevo -el CO2 puede serlo, pero también contamina- constituye un reto y Galicia aporta su grano de arena para alcanzarlo porque "no hay tecnología aplicada en esta área y las empresas tienen una necesidad clara e inminente de cumplir con la legislación vigente", alerta Medio Ambiente.

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