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El precio vital de producir conocimiento

Científicos denuncian la falta de estabilidad y una "lucha constante" por lograr fondos

La precariedad laboral de los investigadores gallegos // Macrovector

No producen casas o alimentos, que se pueden tocar, sino, como explican los microbiólogos Juan Vallejo y Astrid Pérez, "conocimiento", que es la materia prima de todo lo demás, concretado en publicaciones y patentes. En muchos casos, sobre todo al inicio, no llegan ni a mileuristas, y luego se embarcan en "una lucha constante para conseguir financiación", como explica Juan, para mantener su puesto o para que su grupo de investigación logre fondos para un proyecto. Esa financiación a veces solo está garantizada para un par de años, o tres, y luego tienen que volver a pelear para lograr más, y las convocatorias a las que pueden optar no siempre son regulares y se quedan, como le ocurre ahora a Juan, que acabó su contrato el día 30 de septiembre, o Astrid, a quien le finaliza la ayuda Juan de la Cierva en diciembre, al "descubierto" un tiempo, mientras batallan por ser los elegidos en una nueva convocatoria, de ahí que muchas veces no conozcan la estabilidad y puedan encadenar en 15 años, como le sucede a Juan, casi una decena de contratos.

Así viven los jóvenes, y otros que ya no lo son tanto, porque ya rondan los 40 por arriba y por abajo, caso de Juan y Astrid, que han elegido el camino de la investigación, una "vocación" sacrificada, admite la segunda, aunque Juan haya dado el paso de reconciliar esa "lucha" por la financiación y la temporalidad con una familia de dos niños: "el más difícil todavía".

Como otros colectivos, los científicos intentan mejorar sus condiciones. Así sucede en las Fundaciones Biomédicas de Investigación Sanitaria en Galicia -la Fundación Biomédica Sur en Vigo, la Fundación Santos Novoa en A Coruña y la Fundación IDIS, en Santiago-, cuyos trabajadores reclaman un convenio "único" para todo el personal contratado. Y ese "todo" incluiría también a los investigadores que "consiguen financiación en convocatorias externas para su contrato", como una beca predoctoral de la Xunta, igual a la que permite al matemático Marcos Loureiro realizar simulaciones en el corazón para predecir cómo pueden comportarse diferentes implantes en la Fundación Biomédica Sur. O una ayuda postdoctoral como la Juan de la Cierva de incorporación, que posibilitó a Astrid, que investiga una bacteria hospitalaria, volver al lugar donde arrancó su carrera, en A Coruña, después de dos años de añoranza de familia y amigos en Estados Unidos, requisito indespensable para obtener esos 97,5 puntos que le abrieron la puerta de las ayudas estatales y avalan su excelencia.

Estos científicos defienden, y así lo comparten los tres, un convenio que incluya a todos los empleados de las instituciones de investigación sanitarias de Galicia que permita hacer realidad una máxima: "Si estamos haciendo el mismo trabajo, con la misma categoría laboral, tenemos que tener las mismas condiciones", al margen de dónde vengan los fondos que financian a ese personal.

En esa línea, abogan por que el salario que perciben los investigadores contratados al amparo de convocatorias que consiguen por méritos y capacidades y a los que pretende, según el comité, excluir la patronal del convenio -un 16% del personal en el caso de la Fundación Biomédica Sur-, pueda compensarse por la respectiva Fundación para que llegue al mínimo que se fijaría para su categoría. Que no fuese así sería "injusto", señalan. Marcos apunta que, si dependiese solo de la beca predoctoral, no llegaría a mileurista: "No me parece justo que una persona que tiene una formación tan grande, que incluye grado, máster y cursos de doctorado, reciba eso".

Él todavía está en los albores de su carrera, aunque admite atisbar en el horizonte la "inestabilidad" como barrera. Astrid y Juan, ambos microbiólogos en la Fundación Biomédica de A Coruña, tienen más camino recorrido. La primera asegura que siguió la ruta que marcaban los cánones, pero que incluso así cuenta con afrontar unos meses de pausa, a la espera de ser elegida para otra convocatoria. "Si tenemos que estar seis meses en el paro para nosotros es la muerte. Seis meses en ciencia, sin resultados, es un perjuicio gigante, porque, para estar en ciencia, tienes que tener un nivel altísimo no, lo siguiente", lamenta.

Juan recalca que su trabajo les exige producir "siempre". Lo resume en una expresiva metáfora: "Imaginen un hámster en una rueda. Si para de producir, la rueda se para y se cae. Así es cómo funcionamos los investigadores. Estamos en una rueda en la que siempre estamos produciendo, produciendo para nuestro currículum y produciendo para nuestro grupo. Si te paras, te vuelves menos competitivo y pierdes tu trabajo, ya no puedes reengacharte en la rueda".

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