El sueño de la Consellería de Sanidade de abrir la espita para adoptar el modelo anglosajón en el que las empresas privadas ejercen de mecenas constantes y destacados de los proyectos de investigación desarrollados en el ámbito público tendrá que esperar para hacerse realidad. Hace tres años, inició una campaña para captar fondos empresariales ofreciendo a cambio deducciones fiscales de hasta el 35% y prioridad para entrar como socio comercial de nuevas patentes. Los contactos con 38 firmas y cuatro entidades sin ánimo de lucro, sin embargo, derivaron en fracaso, pues todas dieron la espalda a la iniciativa Esforza. El objetivo de la administración era obtener al menos medio millón de euros y la meta era conseguir el triple. El resultado final fue cero, lo que contrasta con el éxito de la campaña de micromecenazgo ciudadana para desarrollar una biopsia líquida que permite detectar cáncer de colon, que obtuvo 750.000 euros.
El departamento sanitario contrató a finales de 2015 a una empresa para realizar a partir del año siguiente una "campaña de comunicación acompañada de una estrategia de relaciones públicas dirigida a potenciales inversores en ciencia". El plan era convencer a las empresas de ejercer de mecenas, donando dinero a un fondo que gestionaría el Sergas para impulsar diez proyectos de investigación sanitaria con potencial comercial. A cambio, lograrían prioridad para participar en la explotación económica de su resultado, así como deducciones fiscales.
"Durante la iniciativa Esforza se contactó con 38 empresas gallegas y con cuatro entidades sin ánimo de lucro, pero todas desistieron de participar por el grado de madurez de los proyectos. Aun así, sirvió para pulsar el interés del sector privado en la I+D. Fue un proyecto piloto del que no habrá un Esforza II, pero seguimos teniendo interés en movilizar fondos privados, como sucede con las donaciones a los institutos de investigación científica", explica Beatriz Allegue, gerente de la Agencia de Conocimiento en Salud. Esta achaca a una cuestión cultural las dificultades para implantar un modelo de éxito en los países anglosajones. "Estas donaciones de mecenazgo generan un impacto social que está muy interiorizado en Reino Unido o Estados Unidos, donde pueden verse los nombres de empresas colaboradoras en muchos de sus institutos de investigación científica", comenta.
A esa reputación se añade el propio beneficio económico a través de las patentes logradas y sus ventas en el mercado mediante la asociación con las universidades gallegas o los institutos científicos.
Biopsias e infecciones
El proyecto Esforza nació como una ramificación del Programa PRIS (Programa de Desarrollo Precomercial de los Resultados de Investigación del Sistema Público de Salud de Galicia), cuya segunda edición se inició en 2015. Entonces se analizaron 33 propuestas investigadoras, de las que se seleccionaron 20 en función de variables como su potencial impacto en el mercado, capacidad de generar empleo, llegada al mercado a corto o largo plazo, etc. Diez de ellos fueron ofrecidos a las empresas para que ejerciesen de mecenas.
Se encuentran en la fase de negociación con la industria para repartirse las licencias y los ingresos de la comercialización un proyecto de un "potencial agente probiótico para prevenir enfermedades dentales" y la tecnología KITGAG-Biopsia líquida para detectar enfermedades mediante una biopsia de la saliva, según informa el Sergas.
Aún busca comprador un kit de diagnóstico precoz de artrosis y se encuentra definiendo su "estrategia de protección intelectual" un método de diagnóstico temprano de enfermedades neurodegenerativas.
En estudio de su patentabilidad se sitúa una investigación sobre nuevas terapias para tratar infecciones y se ha solicitado protección de patente para un nuevo método de cirugía digestiva laparoscópica, ya en fase de pruebas en animales.
