La recuperación del mercado inmobiliario y el refuerzo de los controles de la Xunta sobre el nivel de eficiencia en el parque de viviendas de Galicia provocó en los últimos años un aumento de los inmuebles con certificado energético. Al cierre de 2018 eran más de 145.000 los pisos con este título, lo que supone un aumento del 22% respecto a los más de 119.000 contabilizados un ejercicio antes. Solo el año pasado, fueron casi 27.000 los propietarios que tramitaron este certificado, un balance que consolida la tendencia al alza de los últimos ejercicios y que representa un 10% más que las evaluaciones realizadas en 2017, casi 23.900, según datos facilitados por la Consellería de Economía.

En junio de 2013 se aprobó el real decreto que fijaba la obligación de disponer de esta etiqueta, y desde entonces cada año el número de propietarios que la solicitan va en aumento, con mayor incidencia en los dos últimos ejercicios por el repunte de las viviendas a la venta y en alquiler.

De las casi 27.000 nuevas etiquetas tramitadas el año pasado en Galicia, 26.135 corresponden a edificios ya existentes, mientras que 777 son de edificios de nueva construcción. Desde que la inspección en las viviendas más recientes es obligatoria, hace diez años, se incorporaron 2.542, de las que 43,5% cuentan con certificados "A" y un 20% con títulos "B". Tres cuartas partes presentan deficiencias.

La calificación requiere un desembolso de 50 a 200 euros y se hace en relación a las primeras letras del alfabeto, de la "A" a la "G", siendo la primera la que se otorga a los edificios con mejor comportamiento y que implican menor factura energética para sus usuarios, y la "G", los que están en última posición. Dentro de los diferentes niveles de certificación, los más positivos transcurren del "A" al "C". El primero, de un alto nivel de eficiencia, supone un consumo de energía inferior al 55% de la media. El "B", entre 55% y 75% y el tercer nivel, el "C", de 75% al 90%. Los de consumo medio, como el "D" y el "E", tienen un consumo de energía que escalan del 90% al 100% y del 100% al 110%. Los menos actualizados y más perjudiciales para el medioambiente, los niveles "F" y "G", suponen entre el 110% y 125% y, este último, un porcentaje superior al 125%.