El director xeral de Ganadería avanza que la aparición de estos nuevos casos de árboles enfermos obligará a la Xunta a un "importante esfuerzo económico" para controlar la plaga y pide la colaboración de los concellos y de los propietarios forestales, así como del Ministerio de Agricultura y la UE para que apoyen con subvenciones las tareas necesarias para cumplir con la normativa.

-Han detectado siete árboles afectados dentro de la misma zona que ya estaba en cuarentena desde 2010. ¿Fallaron los controles?

-Con la actuación de la Xunta hubiéramos tenido éxito en la erradicación de la plaga si no tuvieramos a Portugal ahí al lado, donde el nematodo está extendido por todo el territorio. Ellos ya no hacen nada porque lo dan por perdido y hay un descontrol absoluto. Esto lo complica mucho, sobre todo por el tráfico de camiones con Galicia que puede propiciar que la plaga se extienda. Nosotros fuimos cumpliendo con todas las exigencias de la UE para la tala de todos los pies secos, decaídos y sin vitalidad dentro de la zona demarcada, hasta que llegaron los incendios de 2017, que hizo que se propagara el bicho.

-La UE denunció, sin embargo, en 2017 que los controles de la Xunta eran "deficientes"...

-La UE, como la policía, tiene que ser rigurosa y un poco invasiva. Tenían el criterio de que se hacían de forma lenta los muestreos y las cortas. La Xunta tiene el convencimiento de que se están haciendo bien las cosas. Pero nuestra debilidad fueron los incendios de 2017, que trastocaron todo el proceso.

-¿Por qué perjudicó la ola de incendios?

-El insecto se posa en los árboles enfermos o decaídos y pone sus huevos. Las larvas terminan secando el ejemplar. Y con los incendios se multiplicó de forma astronómica la madera muerta en el monte.

-¿Debería haber sido más ágil la Xunta en la retirada de la madera quemada?

-En los últimos años cortamos más de 100.000 árboles en comunidades de montes conveniadas con la Xunta y en otras en las que llegamos a acuerdo. Hemos gastado 12,5 millones de euros en trampeos, muestreos y astillado de la madera. Pero estamos más retrasados en los montes particulares porque no dejan entrar a sus propiedades.

-¿Qué consecuencias traerá la extensión de la plaga para el sector forestal?

-Con el primer positivo de 2010 se talaron todos los árboles en un radio de kilómetro y medio del pie afectado. Ahora se reduce a 100 metros. Y además se establece una zona demarcada que va desde el sur del concello de Pontevedra hasta la frontera con Portugal y que llega a la costa. Se podrá seguir comercializando la madera pero debe ser tratada. Si no tiene corteza sirve un tratamiento impermeabilizante. Si tiene corteza debe someterse a un proceso térmico, de más de 56 grados. Hay que cumplir con la normativa europea, no es un trago dulce pero nos arriesgamos a sanciones si no lo hacemos.