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Evolución de los hábitos alimentarios en los hogares

Los gallegos consumen 18 kilos más de fruta y un 43% menos de ternera que hace 10 años

Un ciudadano compra 44 barras de pan menos y un 40% más de bollería envasada -Se beben 14 litros más de leche desnatada que entera - Crece lo precocinado y enriquecido

La radiografía de los hábitos alimentarios en los hogares revela que, a pesar de que hace casi tres décadas que en Galicia hay más entierros que partos y que, además, la emigración merma anualmente la población, comemos cada vez más. Según datos del Ministerio de Agricultura, cada gallego pasó de ingerir, anualmente y por cabeza, una media de 631,43 kilos en 2005 a 660 diez años después.

Los sostenes más robustos de la dieta atlántica permanecen enraizados en frutales y huertos, cuyos productos aumentan en ventas -un 20% y un 13% más, respectivamente- mientras las del pescado se estancan y pierde peso el consumo de carne, leche y pan -al que incamos el diente un 20% menos-.Además, el avance de los envasados, sobre todo en bollería y platos precocinados, a los que recurrimos un 40% y un 23% más, en cada caso, contrasta con la cotidianeidad creciente de productos light y enriquecidos o de bebidas como las isotónicas, 164% veces más frecuentes en los estómagos de la comunidad.

Con todo, es la fruticultura el origen principal de las compras de alimentos. A lo largo de un año, cada gallego consume en Galicia 107,27 kilos de fruta fresca, casi 18 más que los que se ingerían en 2005, y de los que algo más de la cuarta parte son naranjas. La cruz del sector primario la cargan las patatas, con un descenso de seis kilos entre las que se comen frescas, y, sobre todo, la ganadería. La leche, que hace diez años era el producto con mayor consumo per cápita en la comunidad, pierde fuerza. Sus ventas decrecen un 4,5%, aunque con matices importantes. Ahora bebemos siete litros menos de leche entera pero las compras de la descremada y la semidesnatada se incrementan en un 17% y un 12,6 %, respectivamente. Sin tantas distinciones, en términos comparativos a los derivados lácteos les va mejor. Aunque yogures o quesos tienen cifras de consumo muy inferiores a las del oro blanco líquido, la presencia en las cestas de la compra del conjunto de estos productos aumenta en ocho kilos.

El sector cárnico, la otra gran pata de la ganadería, ve reducidas sus ventas un 14%. La que experimenta la caída más fuerte (-43%) es la ternera -seis kilos menos al año-, seguida de la de de cerdo (-21%), que sigue siendo la que más se come, con una media de 14 kilos por boca. Mientras, la compra de pollo aumenta en un 13% y los fiambres, con una subida del 68% en sus ventas, ya se consumen más que los chorizos.

En cuanto a los frutos del mar, los índices de consumo se mantienen en términos semejantes a los de 2005, con una media de 32,35 kilos por cabeza, aunque cada pescado tiene su propio relato. La merluza, solicitada en las pescaderías el doble de ocasiones que otros peces del país, experimenta una caída del 23%. Sus 4,11 kilos de consumo per cápita, sin embargo, la siguen situando como la preferida entre los vertebrados acuáticos.

El consumo de marisco, la otra joya de la lonja, disminuye también aunque solo un 6%. Aun agasajamos nuestros paladares con unos 9 kilos de crustáceos y moluscos cada año. Entre ellos, poco más de dos mil gramos saben a pulpo y calamar, cantidad que supone un 18% menos que diez años atrás.

Los únicos pescados en los que aumenta el consumo son el bacalao (+9,6%) y el salmón (+117%), cuya popularidad crece tan rápido como la expansión de piscifactorías en el litoral. Aun así, sus 1,39 kilos por cabeza están lejos de destronar a los tradicionales patriarcas del Atlántico. Incluso las conservas, sobre todolas de atún, se comen en mayores cantidades que el pescado rojizo.

Precocinados y bebidas

Mientras se comen menos alimentos frescos -a excepción de frutas y hortalizas-, crece el consumo de productos plastificados. Los cereales envasados son los que más se disparan (+ 50%) y seguidos de la bollería embolsada (+40%). Además, mientras pierde clientela la preparación tradicional y la venta al natural de ciertos productos, las opciones plastificadas, precocinadas o elaboradas en base a recetas de reciente implantación tienen más éxito. Es el caso del pan integral, que crece un 60% o el de los tubérculos congelados, aun residuales en nuestros platos pero con un consumo que se agranda un 93,5%. La creciente moda de los etiquetajes que presumen de ser light o estar enriquecidos tiene a los los yogures con bífidus, con un 58% más de ventas , son sus mejores representantes.

Entre las bebidas, las que contienen alcohol experimentan un crecimiento en su consumo más moderado (+11,4%) que las que no lo tienen (+15,8%). Sin embargo, mientras que bebemos unas 11 botellas de 75cl de vino menos cada año, el consumo de cerveza crece un 7%. El aumento de agua envasada es el doble que el de los refrescos, pero estos son, con 39 litros por cabeza, las bebidas más frecuentes en Galicia.

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