Aunque los jóvenes asocian alcohol y diversión, la mezcla de bebidas alcohólicas y menores no siempre tiene en su caso un final feliz. Al menos siete veces por semana es una ecuación que acaba en un susto y en una llamada al 061. El año pasado, y solo en la comunidad gallega, el servicio de urgencias del 061 tuvo que acudir en auxilio de 377 menores que habían sufrido una intoxicación etílica aguda, que puede conllevar desde la pérdida del conocimiento hasta la muerte por paro respiratorio en el peor supuesto.

Aunque en Galicia existe una normativa específica que veta por completo el alcohol a los menores de 18 años y que sanciona a quienes la infringen por consumir o vender esta sustancia, los episodios de intoxicaciones etílicas han aumentado durante el último año un 3,8 por ciento, una situación que se da después de que las cifras experimentaran un retroceso de un 25 por ciento en 2013 con respecto al año anterior.

Los datos, recopilados en la Memoria de la Dirección Xeral de Innovación e Xestión da Saúde Pública, que presentó ayer la responsable de este departamento, Sonia Martínez, también reflejan que las intoxicaciones etílicas no son patrimonio exclusivo de los jóvenes en edades preuniversitarias, aunque representen el 40 por ciento de los menores que recurren a urgencias.

La estadística muestra que los niños menores de 15 años protagonizan una de cada diez intoxicaciones. Pese a todos los programas de prevención dirigidos a los ámbitos escolares, la cifra es exactamente la misma que la registrada a lo largo de 2013. De los 37 niños que tuvieron que ser socorridos por los profesionales sanitarios de emergencias el año pasado, 30 habían cumplido los 14 años, pero en seis casos solo tenían 13 y el Sergas da cuenta de uno con solo 12 años.

Los datos son preocupantes, teniendo en cuenta que los expertos consideran que el alcohol es el principal problema de salud pública entre los jóvenes. No obstante, no resultan sorprendentes si se tiene en cuenta que se producen en un contexto en el que el primer contacto con esta sustancia en los adolescentes gallegos de entre 12 y 18 años se está adelantando y se sitúa ya en los 13,3 años de edad, según un estudio realizado por la Universidade de Santiago y difundido por el Valedor do Pobo. El mismo informe, coordinado por el profesor Antonio Rial Boubeta, apunta que un año después del primer trago se produce la primera borrachera, cuando los niños tienen 14,5 años.

Aunque el estudio, publicado hace cuatro meses, presentaba como alentador un descenso de 16 puntos en el porcentaje de jóvenes que practicaban el botellón (provocado, según los expertos, por su prohibición), las cifras de intoxicaciones etílicas siguen poniendo el foco sobre sus alarmantes consecuencias, y es que estos episodios están provocados por la ingesta brusca y muy por encima de lo que puede tolerar el cuerpo de alcohol, un modelo de consumo asociado al botellón.

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