Faltan seis días para que el Papa Benedicto XVI pise tierras gallegas y todo está a punto, o casi. La visita durará ocho horas, pero desde el verano Iglesia, Gobierno de España, Xunta y fuerzas de Seguridad del Estado trabajan para que nada falle en un evento que será visto por 150 millones de telespectadores y que se prevé atraiga a 250.000 personas a Compostela, ciudad histórica, meca de la peregrinación que el próximo sábado multiplicará por cuatro su censo de habitantes.

Hasta el último detalle se cuida en este viaje, que es visita de Estado y que moviliza a seis mil policías y guardias civiles y a un millar de voluntarios de la Xunta y la Iglesia. Incluido el descanso del santo pontífice. El Arzobispado ya tiene a punto el apartamento donde reposará el Papa tras la comida, será en el palacio arzobispal, edificio anexo a la Catedral. Y también allí almorzará.

A Benedicto XVI no le gustan las comidas oficiales. Prefiere un refrigerio rápido y ligero en la intimidad y así disponer de más tiempo para echarse la siesta, cuentan fuentes de la organización del viaje papal. Por ello, el próximo sábado el santo padre solo comerá con su séquito y el menú consistirá en empanada y caldo gallegos.

Un conocido restaurante compostelano, el Carretas, ubicado en pleno corazón de Santiago, será el que prepare la degustación de la comida más tradicional de Galicia para el Papa y sus acompañantes. Sus camareros también servirán las mesas. Después de comer, el Papa saludará al personal del restaurante. No serán los únicos privilegiados en ver de cerca a Benedicto XVI. La familia del arzobispo y los integrantes de la comisión organizadora de la visita papal también recibirán el saludo del santo padre, antes de emprender camino hacia el Obradoiro donde presidirá la homilía para siete mil fieles.

El Pontífice no se irá de Santiago sin probar las delicias gallegas, sin pronunciar unas palabras en la lengua de Rosalía y sin escuchar cómo suena la gaita gallega. La Real Banda de Gaitas de Ourense le esperará en Puerta Europa, monumento que recibe al peregrino al llegar a Santiago, y allí tocará una composición especialmente pensada para la ocasión. Ya lo hizo así cuando fue Juan Pablo II el que viajó a la capital gallega.

También habrá gaiteiros en la Plaza de la Azabachería, por donde el Papa entrará en la Catedral.

Comida, idioma y gaitas made in Galicia, pero no sangre. Si Benedicto XVI necesita una transfusión no vale la sangre autóctona. Es más, la sangre que se emplearía en ese caso hipotético ya está en Compostela y ha venido directamente desde Roma, confirman a este diario fuentes de la organización del viaje. Así de estrictas son las medidas de seguridad que rodean al pontífice. También se han reservado habitaciones en el Hospital Universitario de Santiago, pero no sólo por una emergencia del Papa, sino porque ese día en la capital gallega se darán cita los Príncipes de Asturias, tres ministros y los máximos exponentes de la curia. Junto al Pontífice viaja el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, el número dos de la Iglesia, pero es que además se congregarán un centenar de obispos, quince arzobispos y nueve cardenales. Quinientos curas, la gran mayoría de Galicia, ayudarán al Papa a concelebrar la misa.

Del reparto de la comunión se encargarán 150 sacerdotes –20 en A Quintana, 20 en la catedral y el resto en O Obradoiro–, que irán acompañados de voluntarios con paraguas, para guiar los fieles que quieran participar. El Arzobispado ha hecho acopio de formas y prevé repartir siete mil hostias, y para la ocasión se utilizarán 175 copones hechos por oleiros de Buño (A Coruña) en barro vitrificado, que luego los curas podrán quedarse de recuerdo.

Los copones serán una muestra de la artesanía gallega, igual que la cruz del escultor cambadés Manuel Paz que se ha colocado en el altar, será ejemplo del arte de la comunidad. También el escenario desde el que el pontífice presidirá la liturgia y que millones de ciuadanos contemplarán en televisión es diseño del arquitecto gallego Iago Seara. Otro detalle también made in Galicia: una alfombra de flores de Ponteareas, para que la pise el Papa.

De recuerdo de Galicia, el Papa se llevará un objeto vinculado al Apóstol, la medalla de plata acuñada con motivo de su visita a la comunidad y un donativo para que lo emplee en lo que considere oportuno. Serán los obsequios que le entregará el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, en señal de agredecimiento por el viaje a Compostela este Año Santo.

También podría llevarse de recuerdo la lluvia que hace acto presencia uno de cada dos días del año en la capital gallega. Los organizadores de la visita aguardan que Benedicto XVI cuente con el beneplácito del cielo, ya que según MeteoGalicia, todo apunta –aunque las predicciones a medio plazo son solo eso, predicciones– a que no será necesario recurrir a un plan B por culpa de un temporal. El día podría amanecer nublado e ir despejando a lo largo de la mañana.

Estas buenas perspectivas agradarán a quienes deberán permanecer once horas ´encerrados´ en la Praza do Obradoiro desde las ocho de la mañana, cuando se abrirá el recinto hasta las siete, cuando el Santo Padre salga de la ciudad camino del aeropuerto para tomar el vuelo a Barcelona. La seguridad obliga a que una vez dentro no se puede salir para volver a entrar. La espera para la homilía, prevista para las cuatro y media de la tarde, será más llevadera gracias a las sillas, seis mil, que se dispondrán sobre las centenarias losas graníticas. El Arzobispado también ha logrado que el Concello autorice la colocación de aseos y de máquinas expendedoras de comida y bebida –a precios asequibles, afirman desde el Arzobispado– para garantizar que nadie desfallezca. De todos modos, también se podrá entrar en el recinto con comida. Lo que estará absolutamente vetado serán las mochilas –que se podrán guardar en tres consignas– y las botellas de vidrio. Para asegurarse de que estas reglas se cumplan, habrá dos controles policiales.