Esta primavera, con abundantes lluvias a las que han seguido altas temperaturas, ha favorecido el crecimiento de la vegetación convirtiendo el monte gallego en un polvorín para los incendios. Que prendan las llamas depende ahora de la actividad de los incendiarios y de que no llueva durante los próximos meses. Ése es el diagnóstico de los agentes forestales y de expertos como el catedrático de Edafología de la Universidad de Santiago, Francisco Díaz-Fierros. "El riesgo va a ser serio", "será importante", advierten. Si el verano es seco y caluroso, los bosques gallegos tienen acumulado material combustible suficiente para poner en jaque a los servicios de extinción de fuegos de la Xunta.

Ya esta semana, con temperaturas prácticamente veraniegas que alcanzaron picos de 34 grados, saltaron las alarmas. Sin embargo, a pesar de que en días como el jueves pasado la mitad de Galicia estuvo en alerta máxima por "riesgo muy alto" de fuegos forestales, el dispositivo de la Consellería de Medio Rural fue el mismo que mantiene operativo durante la temporada baja de incendios: 700 agentes, una octava parte de los que despliega durante el verano.

La Xunta mantiene activo un operativo de extinción durante todo el año. Cuando no hay fuegos los brigadistas se dedican a labores de limpieza y vigilancia y al llegar el mes de julio se refuerza el dispositivo hasta alcanzar los 6.000 agentes. A pesar de que esta semana Galicia disfrutó de temperaturas equivalentes a las que se pueden alcanzar en verano, Medio Rural no reforzó el despliegue de efectivos en los montes gallegos, si bien advierten en la consellería que si se prolonga el buen tiempo podrían adelantar la campaña de máximo riesgo de incendios, prevista en un principio para el uno de julio.

De momento, según explica la Asociación de Agentes Forestales de Galicia (Aprafoga) aún queda por contratar al 80 por ciento de los brigadistas que actuarán en la lucha contra los incendios durante el verano, un periodo que se aventura difícil. "Es cierto que los montes están ahora algo más cuidados que hace años, pero el matorral creció mucho, va a haber mucho material para arder", advierte el presidente de Aprafoga, Miguel García.

La explicación más detallada la da el catedrático de Edafología, Francisco Díaz-Fierros: "Hubo mucha lluvia, los suelos quedaron húmeros y ahora suben las temperaturas. Esto propicia el crecimiento de la vegetación", explica. "Con tanto material combustible en el monte el riesgo de incendios en verano es importante", apunta.

A esto hay que añadir que en los últimos tres años ardió poco en Galicia, lo que ha favorecido que los bosques estén aún más frondosos.

Aunque las abundantes lluvias que cayeron en primavera han dejado un cierto grado de humedad en el suelo, ésta no tardará en desaparecer. "En quince días la tierra estará seca y con un poco de viento el riesgo sería muy serio", explica Díaz-Fierros. De hecho una de las características de los suelos gallegos es que no retienen la humedad por mucho tiempo. El peligro sólo desaparecerá si llueve en verano. "No hace falta que sea mucho, si caen precipitaciones dispersas ya se frenan los incendios", aclara este catedrático.

El cambio climático no ayuda a reducir el riesgo de incendios. Por el contrario, la previsión es que en los próximos 50 años se incremente un 50 por ciento el riesgo de fuegos en Galicia.