Las asociaciones de Familiares de Fusilados de Navarra y cuLtural Txinparta, de Ansoáin, revelaron recientemente el hallazgo de las tumbas de 203 republicanos muertos durante su encarcelamiento en la prisión del Fuerte de Alfonso XII, en la cumbre del monte Ezcaba o de San Cristóbal, situado en las afueras de Pamplona, desde los años de la Guerra Civil hasta mediada la década de 1940. Entre esas tumbas están las de 35 gallegos, cinco de ellos residían en lo que hoy son las comarcas de Deza y Tabeirós-Terra de Montes.

Dos de los dezanos eran naturales de Vila de Cruces (Luis Villar Cimadevilla y Rogelio Cagide Rodríguez, éste domiciliado en Sabrexo), mientras que un tercero, José Leira Ramos, era de la parroquia estradense de Aguións. Los dos restantes eran dos ciudadanos extranjeros residentes, en Lalín y Silleda: José Vázquez Fernández, nacido en La Habana (Cuba) y con domicilio en Bermés, y José Natividad Serpa Araque, oriundo de Venezuela y con residencia en Carboeiro.

Gran fuga

La prisión es famosa por haber sido escenario de la fuga carcelera más grande de la historia: 800 de los más de 2.000 presos que había en el fuerte lograron huir el 22 de mayo de 1938, aunque 585 fueron capturados de nuevo y otros 207 fueron abatidos en la persecución o ejecutados; únicamente tres de los fugados lograron pasar a Francia. Entre los participantes en la fuga que serían capturados estaban los cruceños Luis Villar Cimadevilla y Rogelio Cagide Rodríguez. El primero, escribiente de profesión, fue juzgado en consejo de guerra en la misma prisión y ejecutado el día 13 de noviembre de 1938. Tras varios meses en húmedas y oscuras celdas de castigo y casi sin probar alimentos, el minero Rogelio Cagide moriría el 30 de abril de 1940.

Ese mismo año fallecerían en San Cristóbal José Vázquez Fernández, obrero, el día 21 de mayo, y José Natividad Serpa Araque -que había llegado a Trasdeza en compañía de su cuñado, José Fares, en los años 30-, el 24 de julio. Los nombres de los cuatro están recogidos en la placa instalada el 14 de abril de 1954 por la Sociedad Unión del Partido de Lalín en Buenos Aires. Por su parte, el estradense José Leira Ramos murió el 25 de noviembre de 1939.

Al menos otra quincena de dezanos moriría en el penal navarro, asesinados durante la fuga, en la cárcel, en "sacas" o por las durísimas condiciones de vida del fuerte. El lugar en donde fueron enterrados es una incógnita, pero las investigaciones de los colectivos culturales y del periódico Diario de Noticias han permitido ubicar las tumbas colectivas de 203 presos, que se suman a otras 131 individuales situadas en el cementerio construido a unos 500 metros del fuerte, ladera abajo. Los cuerpos de los caídos en la fuga se hallan en fosas comunes en los valles de Esteríbar y Egués.

Los restos mortales de los presos muertos antes de la construcción del cementerio propio en el monte Ezcaba están dispersos por trece camposantos. Los cuerpos de los cinco republicanos residentes en la zona se reparten del siguiente modo: El de José Vázquez fue enterrado en el camposanto de Berrioplano; el de Luis Villar, en el de Añézcar; el de José Leira, en Berriozar; el de Rogelio Cagide, en el de Oteiza; y el de Natividad Serpa, en el de Elcarte.

Las exhumaciones las dirigirá la Sociedad de Ciencias Aranzadi y podrían comenzar en febrero o marzo. Treinta y tres familias han solicitado ya la exhumación: 21 peticiones se refieren a los 131 enterrados en el fuerte, entre los que sólo constan dos gallegos; y las doce restantes, a los 203 cadáveres dispersos por trece cementerios de la antigua jurisdicción de la Cendea de Ansoáin. Sólo una solicitud procede de Galicia y ha sido cursada por una familia residente en O Grove.