X. A. T. / santiago

La plantilla de profesores de Educación Secundaria Obligatoria está formada por más de 12.000 docentes y la mayoría de ellos se sienten "quemados" por su trabajo. Ésta es una de las conclusiones del primer estudio realizado en Galicia sobre el estrés y el burnout (queme laboral) en la ESO y en el que se han realizado más de 3.000 entrevistas entre los años 2003 y 2005.

Según este informe, el 49,9% de los profesores aseguran que sufren niveles moderados de queme laboral y un 25,7% presenta "altos niveles", mientras que el resto declara no sentirse afectado. Este fenómeno va en aumento y se nota, sobre todo, en el segundo ciclo de ESO, donde los estudiantes llegan hasta los dieciséis años.

Los síntomas que presentan los docentes más afectados son, en el aspecto físico, fatiga, taquicardias y arritmias, dolores de cabeza y sueño; en el ámbito emocional, depresión, ansiedad e irritabilidad; y dificultades para concentrarse y excesiva preocupación en el apartado cognitivo.

Los motivos, según cuenta los propios "quemados", hay que buscarlos en los cambios constantes del sistema educativo, el comportamiento de los profesores compañeros y de los padres -"que no ayudan en asuntos disciplinarios y agresiones verbales de los estudiantes"- y la actitud de los alumnos, a los que se acusa de conflictividad, falta de motivación y actos de vandalismo.

"A los chavales ya no les importa nada de lo que les enseñas, ni les preocupa aprobar o suspender. El instituto es un sitio en el que pasan el tiempo sin ninguna intención de hacer algo provechoso. Uno pierde la motivación y el interés y al final pasas un poco de ellos", cuenta un profesor en el estudio, realizado por el Instituto de Ciencias de la Educación y dirigido por José Manuel Otero, titular del Departamento de Psicología Clínica de la Universidad de Santiago.

Los mayores niveles de "queme laboral"corresponden a los profesores con una franja de edad que oscila entre los 40 y los 49 años, mientras que el fenómeno del burnout apenas se nota en los menores de 30 años y en los mayores de 60.

Este síndrome tiene más incidencia en los docentes con plaza fija que en los contratados. "Los profesores fijos experimentan un mayor cansancio emocional y despersonalización que los contratados, mientras que estos además tiene sentimientos más elevados de logro personal", se recoge en el estudio.

La solución, según el informe, no parece fácil, porque precisamente los profesores más "quemados" son los que menos esfuerzo hacen para superar sus problemas y no intentan superar la situación, prefiriendo aislarse por completo.